Sansón y Dalila

Una atracción fatal: Sansón y Dalila

En la devocional anterior, estudiamos la vida de Sansón, el juez famoso por los mitos sobre él, descubriendo lo que dice la biblia sobre él. Seguiremos con nuestra serie de devocionales del libro de Jueces, esta vez echando un vistazo a un personaje infame, Dalila. Vamos a dividir esta devocional en cuatro partes: Dalila tratando de sacarle a Sansón el secreto, la triunfa de Dalila, la venganza de los filisteos, y la venganza divina.

Dime tu secreto

La próxima vez que vemos a Sansón, no sabemos cuánto tiempo ha transcurrido desde que estuvo con la prostituta en Gaza y arrancó las puertas de la entrada de la ciudad. P­ero un tiempo después, conoció a Dalila. Aunque fuentes externas la pintan como una prostituta filistea, el texto no nos dice que fuera ni de las dos cosas. Podría haber sido una hebrea, pero como la mayoría de las hebreas de su edad estaban casadas y no se acostaría con nadie que no fuera su marido, mucho menos hablar con los filisteos, es probable que era filistea. Veremos su carácter, tan dispuesta a ganar algo de dinero, y, por lo tanto, es fácil imaginar que fuera una prostituta. Otra pista de que era una prostituta es que no se relaciona su nombre con alguien más: no es la hija, ni la esposa, ni la madre de nadie, lo cual es muy común en historias en la biblia. Parece una mujer independiente que no pertenece a nadie.

Por causarles tantos problemas, los filisteos estaban vigilando a Sansón. Cuando se enteraron de que se interesara por esta mujer y estaba pasando mucho tiempo con ella, fueron a hablar con ella. El texto dice que le propusieron que si averiguara la fuente de su fuerza y se los dijera, cada uno de ellos le pagarían 1100 monedas de plata. No sabemos cuántos de ellos había, ni con exactitud cuánto dinero sería actualmente, pero se supone que fuera lo suficiente para que después de esto jamás tendría que trabajar ni hacer nada que no quisiera. Para una mujer acostumbrada a ganarse la vida de una manera ilícita, había mucho en juego para averiguar su secreto. El texto nos dice que Sansón se enamoró de ella; no nos dice esto con la filistea con quien se casó, ni con la prostituta en Gaza. Por su comportamiento, está claro que Dalila no lo amó, ni siquiera parece que le gustó, sino que estaba usándolo.

Cuatro veces, Dalila se lo suplicó a Sansón a revelarle el secreto de su fuerza, y tres veces él le mintió. Cada vez, Dalila hace exactamente lo que él le dijo, creyendo que funcionaría, y los dirigentes lo llevarían, la pagarían, y podría continuar su vida, rica e independiente. Parece increíble que Sansón fuera tan tonto que siguiera con ella, despertando con los filisteos intentando matarlo. Después de la primera vez, ¿Cómo podría confiar en ella, mucho menos relajarse tanto que se durmiera en su presencia? Es obvio que Sansón ya no dependiera de Dios y se creyó autosuficiente, capaz de vencer al enemigo pase lo pase. Vamos a comenzar la historia leyendo las tres súplicas de Dalila y las tres mentiras que Sansón le cuenta.

Dime cómo alguien puede derrotarte, amarrarte y torturarte

Jueces 16:6-7: Dalila le dijo a Sansón: —Por favor cuéntame cuál es el secreto de tu gran fuerza, dime cómo alguien puede derrotarte, amarrarte y torturarte.

Sansón respondió: —Si alguien me amarra con siete cuerdas de arco que todavía no estén secas perderé mi fuerza y seré como un hombre común y corriente.

Ahora dime la verdad

Jueces 16:10-11: Entonces Dalila le dijo a Sansón: —¡Me mentiste! Te burlaste de mí. Ahora dime la verdad, ¿cómo puede alguien amarrarte y derrotarte?

Sansón respondió: —Si me amarraran con cuerdas nuevas que no se hayan usado antes perderé mi fuerza y seré como un hombre común y corriente.

¿Cuántas veces más te vas a burlar de mí?

Jueces 16:13-15: Entonces Dalila dijo: —¿Cuántas veces más te vas a burlar de mí? Ya no me digas más mentiras y cuéntame cómo te pueden amarrar y derrotar.

Sansón dijo: —Si haces siete trenzas en mi cabello, las entrelazas con tela de tejer y las amarras a una estaca, seré igual que cualquier hombre.

Cuando Sansón dormía, Dalila trenzó el cabello con la tela de tejer y lo amarró bien. Luego Dalila dijo: —¡Sansón, te atacan los filisteos!

Pero Sansón se levantó y arrancó del suelo la estaca del telar.

Dalila dijo: —¿Cómo es posible que digas que me amas si no confías en mí? Esta es la tercera vez que me mientes y no me dices el secreto de tu gran fuerza.

¿Cómo es posible que digas que me amas si no confías en mí?

Vemos como Dalila intentaba estafar al embaucador. Aunque le dijo que la amaba, Sansón no la amaba. Sintió deseo y quizás cariño, pero por mentirle tanto, es evidente que no le confiaba. ¿Cómo podría creer que la amaba? Dalila no era nada confiable; escondió a los filisteos en su propia casa, se mostró totalmente comprometida a destruirlo, pero él siguió con ella. Tres veces la observamos cumpliendo lo que Sansón le dijo al pie de la letra, esperando que esta vez fuera la verdad, que los filisteos lo amarrarían y lo llevarían lejos. Cada vez que despertó y rompió las cuerdas, estaba desilusionada, la esperanza de la recompensa desvaneciendo, y la preocupación creciente de que los filisteos creyeran que ella estuviera engañándolos para protegerlo, y que la harían daño.

Se cansó y Dalila ganó

No sabemos cuánto tiempo pasó entre cada súplica y mentira, pero parece que no pasó mucho; en el mismo respiro que le reclamó por mentirle, le suplicó decirle cómo podrían amarrarlo y derrotarlo. Si Sansón estaba en sus cabales, después de la primera vez que ella se lo preguntó, hubiera sido lastimado y se habría alejado de ella, sin regresar con ella jamás. Después de esta primera vez cuando se despertó con los filisteos tratando de capturarlo, esperando que perdiera su fuerza, sabía que fue Dalila quién se lo dijo, que no era confiable para nada, pero siguió acostándose con la enemiga. Dalila siguió molestándolo y molestando sin descansar, suplicándole revelarle su secreto. Continuamos con la historia, leyendo lo que aconteció esta vez.

Sansón estaba ya tan desesperado que tenía ganas de morirse

Jueces 16:17-20: Así que un día le reveló el secreto de su fuerza.

Sansón dijo: —Nadie me ha cortado el cabello jamás porque estoy dedicado a Dios desde antes de nacer. Si alguien me corta el cabello perderé mi fuerza y seré como un hombre común y corriente.

Dalila supo que esta vez Sansón sí le había revelado el secreto de su fuerza. Entonces mandó un mensaje a los dirigentes filisteos, que decía:

—Regresen, que Sansón me ha contado todo.

Los filisteos volvieron y llevaron el dinero que le habían prometido.

Sansón se quedó dormido con la cabeza en las piernas de Dalila y ella llamó a un filisteo para cortar el cabello de Sansón. El hombre cortó las siete trenzas y Sansón perdió toda su fuerza.  Entonces Dalila dijo:

—¡Sansón, te atacan los filisteos!

Sansón se despertó y creyó que podía escapar como las veces anteriores, pero esta vez Sansón no sabía que el SEÑOR lo había abandonado.

La venganza filistea

Dalila era una experta manipuladora. La historia nos dice que se le reveló el secreto porque le molestaba sin cesar. Vemos cómo, por el pecado, Sansón era ciego, pensando que Dios estaría con él aun si continuara desobedeciendo. Y es comprensible que Sansón pensara así. Después de todo, había hecho un poco de todo lo prohibido: tocó varios cadáveres, es muy probable que tomó alcohol durante la fiesta para su boda, y ha tenido relaciones fuera del matrimonio, además de vengarse y vivir realmente como quiera. Y Dios era muy paciente con Sansón, usándolo a pesar de que no obedeciera y no seguía las leyes de Moisés.

Seré como un hombre común y corriente

Al cortarle el cabello, perdió toda la fuerza y era como cualquier hombre. Cuando los filisteos se dieron cuenta de que su plan funcionara, estaban muy felices. Ahora calvo, amarraron a Sansón, lo arrodillaron, escupiéndole en la cara e insultándolo. Con un cuchillo de la casa de su amada Dalila, le sacaron los ojos, extáticos de escucharlo gritar y ver la sangre que le chorreaba. Irónicamente, cuando le sacaron los ojos fue cuando comenzó a ver la verdad. Pagaron a Dalila y lo llevaron a Gaza, la misma ciudad donde él había arrancado las puertas de la ciudad. Lo pusieron cadenas y lo encadenando al molino en la cárcel, donde tenía que moler día y noche. Allí en la oscuridad de la cárcel llena de ratas, frío y olvidado, el cabello de Sansón comenzó a crecer. Dios todavía tenía un plan para Su juez.

Los filisteos adoraban a varias dioses; uno era Dagón, un dios que parecía medio hombre, medio pez. Los dirigentes de los filisteos celebraron la captura de su enemigo con un sacrificio a Dagón, felices que los ayudara en capturarlo.  Continuamos con la historia, leyendo como los filisteos humillaron a Sansón.

«Saquen a Sansón para que nos divierta»

Jueces 16:24-25, 27: Cuando los filisteos vieron a Sansón, todos adoraron a su dios diciendo: «¡Este hombre destruyó nuestros cultivos! ¡Este hombre mató a muchos de los nuestros! Pero nuestro dios nos ayudó a capturar a nuestro enemigo».

Todos estaban muy contentos en la celebración y gritaban: «Saquen a Sansón para que nos divierta». Así que trajeron a Sansón, lo obligaron a pararse en medio de las dos columnas del templo de Dagón y todos se rieron de él. El lugar estaba lleno de gente, todos los dirigentes estaban allí. En el techo había más de 3000 personas viendo el espectáculo. 

Había más de 3000 personas viendo el espectáculo

Como era ciego, un sirviente filisteo tenía que llevarlo por la mano, ayudándolo a descansar entre dos columnas para que todos los filisteos pudieran burlarse de él, escupir y tirarle los restos de comida y bebida. Quizás le quitaron la ropa y siguieron insultándolo. Pero Dios lo vio todo. El texto nos dice que había más de 3000 personas viendo el espectáculo y que todos los dirigentes estaban allí. Continuamos con la segunda oración registrada de Sansón.

La venganza divina

Jueces 16:28: Sansón oró al SEÑOR así: «Señor DIOS, acuérdate de mí. Te ruego, oh Dios, que me des fuerza una vez más. Déjame hacer algo para castigar a estos filisteos por haberme sacado los ojos». 

«¡Que muera yo con estos filisteos!»

Esta es la segunda vez que vemos a Sansón orando, la primera fue cuando tenía miedo de morir de sed. Dios tenía misericordia de Sansón; aunque ya fue tarde, lo usó una vez más, pero esta vez mató a más filisteos que jamás había matado. Ciego, sosteniéndose entre dos columnas en el templo de Dagón, una última vez fue lleno del Espíritu Santo. Empujó las columnas, y el templo comenzó a temblar. La gente se dio cuenta, comenzaron a gritar, unos ya intentando correr y escapar del templo. Pero ya era demasiado tarde. El templo se derrumbó rápidamente, aplastando a todos adentro. Los dirigentes y toda la gente allí murieron. El texto no nos dice si Dalila estaba allí, pero opino que no estuviera allí. No se sintió culpable, simplemente hizo su parte y no quiso saber nada más de Sansón ni de los dirigentes filisteos. Además de mostrarles el poder del único Dios, muchos de los líderes filisteos murieron ese día, derrumbando el liderazgo filisteo. La familia de Sansón vino después para enterrarlo en la sepultura de sus padres. En la próxima devocional, conoceremos a Micaías y sus ídolos.

Evelyn Bou

Empatizo con el caos que el dolor traiga. Sé lo que es tratar de utilizar los recursos disponibles para mejorar, al terminar sintiéndose frustrada y aún más sola. Aprendí tanto sobre el dolor que me convertí en una coach certificada en el duelo y las relaciones, y profesional del trauma, con la esperanza de ayudar y brindándoles apoyo emocional a otras mujeres cristianas.

http://apoyocristiana.com
Anterior
Anterior

 Los ídolos de Micaías

Siguiente
Siguiente

Sansón: ¿juez o mito?