¿Quien era el juez Jefté?

Rechazado por todos, pero elegido por Dios

En la devocional anterior, vimos al corrupto Abimélec, hijo del juez Gedeón, matar a todos sus hermanos menos uno, declararse rey, y aterrorizar a mucha gente. Después de la muerte de Abimélec, hubo varios jueces. Hoy vamos a leer sobre Jefté, un guerrero que su familia rechazó, pero Dios lo escogió para ser Su juez.

Había un tiempo de guerra. Los amonitas levantaron guerra contra los israelitas. Los líderes de la región de Galaad en Israel buscaron un jefe y lo encontraron en una persona que había sido rechazada. Jefté era hijo de una prostituta y un hombre con el mismo nombre que la ciudad, Galaad. El texto dice que la esposa de Galaad no aceptó a Jefté como un hijo suyo, y al crecer, lo echaron a patadas de la casa. Comenzamos la historia del juez Jefté con lo que sus medio hermanos le hicieron a Jefté.

Eres hijo de otra mujer

Jueces 11:2-3: …Todos los hijos obligaron a Jefté a salir del pueblo y le dijeron: «Tú no vas a recibir ninguna de las posesiones de nuestro padre, eres hijo de otra mujer».  Así que Jefté se alejó de sus hermanos y se fue a vivir a la región de Tob, donde reunió una banda de delincuentes que lo seguía.

Líder de delincuentes

Como si fuera culpa suya, y no la de su padre, sus medio hermanos lo expulsaron de la casa. No sabemos a qué edad tenía cuando sus medios hermanos lo echaron de patadas, pero a lo mejor fuera un adolescente. Fue peligroso andar solo, y por lo tanto se involucró con una banda de delincuentes de la región de Tob, convirtiéndose en el líder de ellos. Según escolares bíblicos, es posible que se ganaran la vida robando de las tribus de Canaán, incluso los amonitas. Pero los amonitas no dejaron a los israelitas en paz; querían recuperar las tierras que perdieron a los israelitas. Se supone que por su reputación como líder de los delincuentes, los ancianos líderes de Galaad viajaron a la región de Tob para encontrar a Jefté. Le hicieron una petición sorprendente; le pidieron que fuera el jefe y comandante del ejército de Galaad, la misma región donde lo expulsaron. Confiaban en él para derrotar a los amonitas.  Sorprendido y confundido, continuamos la historia leyendo la conversación entre Jefté y los ancianos líderes de Galaad.

¿por qué me vienen a buscar ahora que están en problemas?

Jueces 11:7-10: Jefté respondió:

—Ustedes me odiaban y me sacaron de la casa de mi padre. Entonces, ¿por qué me vienen a buscar ahora que están en problemas?

Los ancianos líderes dijeron:

—Precisamente por eso te buscamos, te rogamos que vengas con nosotros para pelear contra los Amónitas. Tú serás el jefe y comandante de toda la gente de Galaad.

Jefté respondió:

—Si ustedes quieren que yo regrese a Galaad para pelear contra los amonitas, supongamos que el SEÑOR me ayuda a ganar, entonces ¿seré yo su nuevo jefe y comandante?

Los ancianos líderes le dijeron:

—El SEÑOR está escuchando todo lo que decimos, te prometemos que vamos a hacer todo lo que tú digas.

Te rechazamos, pero ahora te necesitamos

¿Por qué los ancianos líderes de Galaad lo buscaron para ser su jefe y comandante? El texto no nos dice, pero podemos suponer que, como el hijo de una prostituta y líder de una banda de delincuentes, tenía una reputación como un guerrero feroz, un hombre resiliente e ingenioso, el tipo que sería ideal para derrotar a un enemigo feroz e ingenioso como los amonitas. A pesar de quién era su madre y ser expulsado por su madrastra y medio hermanos, Jefté se mostró ser un hombre de fe. No presumió tener la misericordia de El Señor, pero les preguntó si Dios lo ayudara, ¿sería su jefe y comandante? Con la crisis que Israel enfrentó, no quiso ser rechazado de nuevo si derrotara a su enemigo. Los ancianos líderes juraron ante Dios que, si Jefté cumpliera con su parte, harían todo lo que les dijera, reconociéndolo como el juez de Dios. Esta promesa le convenció y el texto dice que Jefté se fue con ellos, convirtiéndose en el jefe y comandante de Galaad. Como jefe y comandante de Galaad, Jefté intentó negociar con el rey de Amón, enviándole mensajeros. Continuamos con la historia, leyendo el intercambio entre el rey y los mensajeros.

¿Cuál es su problema con los israelitas?

Jueces 11:12-13: Jefté envió mensajeros al rey de Amón con este mensaje:

—¿Cuál es su problema con los israelitas? ¿Por qué han venido a pelear contra nosotros?

El rey de los amonitas respondió:

—Estamos peleando contra los israelitas. Pues, al salir de Egipto, ellos robaron nuestras tierras desde el río Arnón hasta los ríos Jaboc y Jordán. Si quieres, convence a los israelitas de que nos devuelvan nuestras tierras pacíficamente.

Son una banda de ladrones

El rey de Amón estaba convencido de que los israelitas les robaron la tierra, que debieran haberse quedado en Egipto como esclavos. Le sugirió a Jefté que si le gustaría llegar a un acuerdo, debiera convencer a los israelitas a desocupar y devolver sus tierras pacíficamente. Después de recibir el mensaje del rey de Amón, Jefté le envió otro mensaje, esta vez dándole una lección de historia. El texto dice que Jefté le explicó que los israelitas no les robaron la tierra. Lo que aconteció, explicó, fue que cuando ellos salieron de Egipto, mandaron mensajeros al rey de Edom, al rey de Moab, y al rey Sijón de los amorreos, pidiendo permiso para cruzar sus tierra pacíficamente. Los tres reyes negaron la petición, así que los israelitas fueron forzados a quedarse en Cades, en el desierto. El ejército de Sijón peleó contra los israelitas, pero con la ayuda de El Señor, los derrotaron y así ganaron justamente el territorio de los amorreos. Continuamos con la historia, leyendo parte de la explicación de Jefté, explicándole al rey de Amón que Dios, y nadie más, era quien expulsó a los amorreos.

¿Crees que puedes obligar a los israelitas a salir de esa tierra?

Jueces 11:23-24: »Entonces fue el SEÑOR quien obligó a los amorreos a salir de su territorio y quien dio esa tierra a los israelitas. ¿Crees que puedes obligar a los israelitas a salir de esa tierra? Con seguridad que puedes vivir en la tierra que te ha dado tu dios Quemós. De igual forma, nosotros vamos a vivir en la tierra que el SEÑOR nuestro Dios nos ha dado. 

Puedes vivir en la tierra que te ha dado tu dios Quemós

Por ser un guerrero, y echado a patadas de la casa de su padre, Jefté conocía la historia de su pueblo muy bien, y era un gran orador. Su fe en El Señor era inquebrantable, enseñándole la verdad al rey, aun si lo rechazara como su familia había hecho. Todo este rechazo lo hizo aún más fuerte y dependiente de Dios. Era valiente, provocando al rey, preguntándole si realmente creyó que tuviera el poder de obligar a los israelitas a salir de sus tierras. Se burló de su dios, Quemós, diciéndole que podrían vivir en la tierra que Quemós le dio, o sea, ninguna. El texto dice que prosiguió, preguntándole si él se creyó mejor que el rey Balac, quien contrató al hechicero Balam, quien intentó maldecir a los israelitas, pero Dios no le permitió. Le recordó que los israelitas habían vivido en las tierras disputadas durante 300 años, ¿Por qué no habían procurado recuperar las tierras en todo este tiempo? Continuamos con la historia, leyendo la última parte del mensaje de Jefté para el rey de Amón.

Tú te estás portando muy mal con los israelitas

Jueces 11:27:  Israel no te ha hecho ningún mal, pero tú te estás portando muy mal con los israelitas. Que el SEÑOR, que es el único juez de verdad, decida si los que tienen razón son los israelitas o los Amonitas».

Nos vemos en el campo de batalla

Pero el rey de Amón no le hizo caso al mensaje de Jefté, así que Jefté dirigió el ejército de Galaad a pelear contra los amonitas.  Jefté hizo una promesa al Señor. Con la ayuda de Dios, Jefté y su ejército venció a los amonitas. Regresó a su casa. Continuamos con la historia, leyendo la promesa y quién era la primera persona que Jefté vio al regresar a su casa. 

La promesa de Jefté

Jueces 11:30-31, 34-35:Jefté hizo una promesa al SEÑOR, diciéndole: «Si me ayudas a vencer a los amonitas, entonces al regresar victorioso te haré una ofrenda. La ofrenda será la primera persona que salga de mi casa a recibirme cuando yo regrese».

 … La primera persona que salió a recibirlo fue su única hija. No tenía más descendientes, ni hija ni hijo. Ella salió feliz tocando un tamborcillo y bailando.  Cuando Jefté vio a su hija que salía primero, se desgarró la ropa, y dijo:

—¡Hija mía, me has destrozado! ¡Me estás causando una gran tristeza! ¡Le hice una promesa al SEÑOR y no puedo romperla!

No tenía más descendientes, ni hija ni hijo

Jefté nunca debiera haber hecho una promesa de este tamaño a Dios. Más que una promesa, fue un intento de negociar con Dios, y eso nunca es una buena idea. Debiera haber pedido su protección y que fuera un instrumento para cumplir Su voluntad en vez de procurar manipularlo. Vemos la fe de ambos Jefté y su hija. Cuando Jefté le comunicó de la promesa, el texto dice que su hija no le rogó romperla, sino lo animó, diciéndole a su padre que como el Señor le ayudó a derrotar a los enemigos, tenía que cumplirla. Pero ¿qué quiere decir que Jefté iba a ofrecerle a Dios la primera persona que saliera de su casa? ¿No sabía que a lo mejor iba a ser precisamente ella, como no tuvo otro descendiente? Como era el jefe y comandante de Galaad, probablemente tuvo sirvientes. Como conocía muy bien la historia de sus antepasados seguramente también conocía la ley de Moisés. Por lo tanto, podemos suponer que usó la palabra «ofrenda» no como una ofrenda humana, la cual era totalmente prohibido, sino una ofrenda viva, que la persona ofrecida sería completamente dedicada a El Señor. Por el texto, sabemos que la hija entendió esto y no pensó que la iba a matar o quemar al Señor, lo cual sería una abominación. Si pensara que iba a matarla, no le hubiera hecho el siguiente pedido. Continuamos con la historia, leyendo la petición de la hija de Jefté.

No me casaré ni tendré hijos

Jueces 11:37-39: Y luego la niña le dijo a su papá:

—Primero hazme un favor, déjame estar sola durante dos meses. Déjame ir a las montañas para poder llorar con mis amigas porque ya no me casaré ni tendré hijos.

Jefté respondió:

—Puedes ir.

Así que la mandó lejos durante dos meses. La niña y sus amigas fueron a las montañas y lloraron porque la niña nunca se casaría ni tendría hijos. Después de dos meses la niña regresó donde estaba su papá y Jefté cumplió lo que había prometido. La hija de Jefté nunca tuvo relaciones sexuales con nadie…

Una ofrenda viva

Por dos meses, la hija y sus amigas vivieron en las montañas, llorando lo que nunca habrá: un marido, un hogar con él, ni hijos. Nunca sería una novia, ni sabría el placer del matrimonio. Después de pasar dos meses de luto con sus amigas, la hija regresó a la casa de su padre. El texto no describe cómo era su vida, pero se supone que como no se casó, se quedó en la casa de su padre hasta su muerte, por una promesa que jamás debiera haber hecho que causó un castigo para su única hija. Jefté tan solo fue el juez de Israel por seis años, luego murió y lo enterraron en Galaad, la ciudad donde lo habían echado de patadas anteriormente. Como su hija no tuvo un hijo, murió sin descendencia. Pero la vida de Jefté nos enseña que no importa su pasado ni sus padres, si uno está disponible, Dios puede usar su vida por Su gloria. En la próxima devocional, conoceremos a Sansón, uno de los jueces más famosos.

Evelyn Bou

Empatizo con el caos que el dolor traiga. Sé lo que es tratar de utilizar los recursos disponibles para mejorar, al terminar sintiéndose frustrada y aún más sola. Aprendí tanto sobre el dolor que me convertí en una coach certificada en el duelo y las relaciones, y profesional del trauma, con la esperanza de ayudar y brindándoles apoyo emocional a otras mujeres cristianas.

http://apoyocristiana.com
Anterior
Anterior

Sansón: ¿juez o mito?

Siguiente
Siguiente

Abimélec y sus hombres detestables