Todos envidiaban a Isaac
Todos envidiaban al hijo de promesa
Isaac fue el hijo tan esperado de Abraham y Sara. Creía en el Dios de su padre y llevaba consigo la bendición de Dios adondequiera que iba. Por esta bendición, muchos hombres lo envidiaban: por su riqueza, por su hermosa esposa Rebeca, y por su cercanía con Dios. Continuamos nuestro estudio en Génesis examinando cómo los hombres envidiaban a Isaac.
Dios habló directamente con Isaac
Había una hambruna en la región donde Isaac y su caravana estaban acampando. Isaac decidió dirigirse a Egipto en busca de refugio, pero Dios se le apareció en el camino, mientras estaba en Guerar. Le dijo que no descendiera a Egipto, sino que permaneciera en Canaán, la tierra que sus descendientes heredarían, y Isaac obedeció. Así comenzamos esta parte de la historia, leyendo lo que Dios le dijo a Isaac.
No vayas a Egipto
Génesis 26:2-5: …«No vayas a Egipto, quédate en las tierras en las que yo te dije que vivieras. Vive en estas tierras como refugiado, que yo estaré contigo y te daré mi bendición. Les voy a dar a ti y a tus descendientes todas estas tierras y así seguiré cumpliendo el pacto que hice con Abraham, tu papá. Multiplicaré tus hijos, como las estrellas del cielo. Les daré estas tierras y todas las naciones del mundo serán bendecidas por tu descendencia. Voy a hacer esto porque tu papá Abraham me obedeció e hizo todo lo que yo le dije. Abraham obedeció mis órdenes, mis leyes y mis reglas»
Quédate y te protegeré
Probablemente, después de que Dios le reveló Su voluntad, Isaac tuvo que convencer a su caravana de quedarse en Canaán. Les insistió en obedecer, a pesar de las circunstancias adversas. Miraron a su alrededor: no había lluvias, el sol quemaba los campos, y los pozos estaban secos. Sin embargo, los mayores ayudaron a calmar a los más jóvenes, recordándoles cómo Dios había provisto para Abraham durante una hambruna.
Envidiosos de su esposa
Al igual que su padre Abraham, Isaac se casó con una mujer bella. Y como su padre, mintió a los hombres del lugar, diciéndoles que Rebeca era su hermana. Isaac temía que lo mataran para quedarse con su esposa. Los hombres del territorio de Gerar le preguntaron sobre Rebeca, y temiendo por su vida, les mintió diciendo que era su hermana. Aunque tanto el faraón como Abimélec habían secuestrado a Sara, y al descubrir la verdad no mataron a Abraham, Isaac eligió mentir, creyendo que así se protegía. Había crecido escuchando sobre los efectos devastadores de las mentiras de su padre, pero aun así decidió que, en vez de confiar en la protección de Dios, lo mejor sería ocultar la verdad sobre su esposa. Continuamos la historia leyendo cómo los hombres filisteos envidiaban a Isaac, incluso el rey Abimélec, quien fue el primero en descubrir su engaño.
¡Esa mujer es tu esposa!
Génesis 26:8-11: Cuando Isaac llevaba ya mucho tiempo viviendo ahí, mientras el rey Abimélec de los filisteos miraba por una ventana, vio a Isaac acariciando a su esposa Rebeca. Abimélec llamó a Isaac y le dijo:
—¡Esa mujer es tu esposa! ¿Por qué dijiste que era tu hermana?
Isaac le respondió:
—Porque pensé que ustedes me matarían para quedarse con ella.
Abimélec dijo:
—¿Qué es lo que has hecho? Fácilmente alguien se podía haber acostado con tu mujer, y tú nos habrías hecho pecar.
Luego Abimélec le ordenó a toda su gente:
—El que llegue a tocar a ese hombre o a su esposa será ejecutado.
Envidiosos de sus riquezas
Dios se mostraba fiel a Isaac, incluso cuando Isaac no siempre fue fiel a Él. Aun en medio de una hambruna, Dios lo bendecía abundantemente, y llegó a enriquecerse. Aunque heredó todas los bienes, riquezas y siervos de su padre, y no tenía necesidad de trabajar, Isaac trabajó junto a sus siervos y su familia. Esta bendición de Dios era evidente para los filisteos, y como resultado, lo envidiaban. Continuamos la historia leyendo cuán envidiosos eran los filisteos de las riquezas de Isaac.
El SEÑOR lo bendijo y él se convirtió en un hombre rico
Génesis 26:12-16: Isaac sembró semilla en esas tierras y en ese mismo año reunió una cosecha 100 veces mayor. El SEÑOR lo bendijo y él se convirtió en un hombre rico. Luego progresó tanto que llegó a tener muchas posesiones. Tenía tantas ovejas, ganado y esclavos que les dio envidia a los filisteos. Los siervos del papá de Isaac habían cavado muchos pozos durante la vida de Abraham. Los filisteos taparon esos pozos llenándolos con tierra.
Después Abimélec le dijo a Isaac:
—Vete de aquí, te has vuelto más poderoso que nosotros.
Te has vuelto más poderoso que nosotros
Por mandato del rey Abimélec, Isaac y los suyos se trasladaron al valle de Guerar. Allí, los filisteos habían temido a Abraham, pero envidiaban a Isaac tanto que lo expulsaron del territorio. A pesar de ello, Isaac confiaba en que Dios lo protegería. Comenzó a reparar los pozos que su padre había construido en ese lugar, pero que los filisteos habían llenado de tierra tras la muerte de su padre. El agua era escasa, y encontrarla requería tiempo y recursos. Por eso, llenar un pozo con tierra era como desearle públicamente la muerte.
Los siervos de Isaac cavaron otros pozos, pero los pastores filisteos del valle pelearon con ellos, reclamando que toda el agua encontrada les pertenecía. A pesar de los conflictos, los siervos de Isaac continuaron cavando hasta que construyeron un pozo que no fue disputado por los pastores filisteos. Isaac lo tomó como una señal de Dios: allí prosperaría. Así continúa la historia, cuando Dios le habla a Isaac con el mismo mensaje que había dado a su padre Abraham.
Te daré mi bendición
Génesis 26:24-25: El SEÑOR se le apareció esa noche y le dijo:
«Yo soy el Dios de tu papá Abraham. No tengas miedo que yo estoy contigo. Te daré mi bendición y haré que tengas muchos descendientes por causa de mi siervo Abraham».
Isaac construyó ahí un altar y adoró al SEÑOR. También estableció allí su campamento y sus siervos construyeron un pozo.
Envidiosos de su relación con Dios
Esta fue la segunda vez en poco tiempo que Dios se le apareció a Isaac con un mensaje similar: “Yo soy Dios. No tengas miedo. Te voy a bendecir por causa de Abraham.”
Después de un tiempo, el rey Abimélec visitó a Isaac en su campamento, acompañado por uno de sus amigos y el comandante de su ejército. La familia y los siervos de Isaac no sabían qué pensar. ¿Venían a matarlos? Así llegamos a la última sección del texto de esta historia.
Ustedes me odian
Génesis 26:27-29: Isaac les dijo:
—¿Por qué vinieron a buscarme? Ustedes me odian y me forzaron a abandonar su tierra.
Ellos respondieron:
—Ahora estamos convencidos de que el SEÑOR está contigo. Por esa razón hemos pensado que debemos hacer un pacto entre tú y nosotros. Prométenos que no nos harás daño, así como nosotros hemos obrado bien contigo. Te sacamos de nuestras tierras, pero lo hicimos pacíficamente. Ahora sabemos que tienes la bendición del SEÑOR.
Ahora sabemos que tienes la bendición del SEÑOR
Pensando que lo odiaban, Isaac les preguntó por qué lo buscaban. Quizás no lo odiaban, sino que lo envidiaban—y por eso temían que Isaac llegara a ser aún más poderoso que Abraham.
Como su padre lo hizo antes con Abimélec, Isaac también hizo un pacto con el rey, aunque fue el filisteo quien había roto el pacto original. Isaac les ofreció un gran banquete: los filisteos comieron, bebieron y bailaron hasta muy tarde. Al amanecer, Isaac y Abimélec sellaron el pacto de no hacerse daño el uno al otro, todo impulsado por el temor reverente del rey hacia un Dios que no conocía, pero cuyo poder no se atrevía a negar. Los filisteos regresaron a Guerar, y como otra señal de la fidelidad de Dios, los siervos de Isaac llegaron muy conmovidos: habían cavado otro pozo.
Reflexión
1. ¿Alguna vez has sentido que alguien te rechazaba, cuando en realidad era temor o envidia lo que motivaba su actitud? ¿Cómo te ayudó Dios a discernir la verdad en esa situación?
2. Isaac eligió hacer un pacto de paz, aun cuando el otro había roto el pacto anterior. ¿Qué te enseña esto sobre el perdón, la reconciliación y la confianza en la justicia de Dios?
3. El rey Abimélec no conocía a Dios, pero reconoció Su poder. ¿Has visto a personas que, sin tener fe, reconocen la obra de Dios en tu vida? ¿Cómo puedes ser un testimonio de Su presencia para ellos?