Zacarías, el padre de Juan el Bautista

Un sacerdote dudoso se convierte en el padre de un profeta

Vamos a comenzar una nueva serie sobre el nacimiento y la juventud de nuestro Salvador, Jesucristo. Comenzamos con Zacarías, el padre de Juan el Bautista, enfocándonos en su fidelidad a la ley, su encuentro con un ángel, su falta de fe y cómo Dios cumplió su palabra a pesar de ello.

El sacerdote sin descendencia

Zacarías era un sacerdote, de la tribu de Leví. Estaba casado con Elisabet, y no tenían hijos. Siempre habían deseado formar una familia y, durante un tiempo, oraron para que ese anhelo se cumpliera; pero cuando conocemos a Zacarías, aparentemente ya había perdido esa esperanza. Así comienza la historia de Zacarías, con una descripción de la pareja.

Estériles y ancianos

Lucas 1:5-7: En los tiempos del rey Herodes de Judea había un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías. La esposa de Zacarías se llamaba Elisabet y venía de la familia de Aarón.  Los dos hacían el bien ante los ojos de Dios, cumpliendo sin falta las leyes y los mandatos del Señor.  No tenían hijos, porque Elisabet era estéril y además ambos ya eran ancianos.

El Sacerdote Fiel

Juan el Bautista nació durante el reinado de Herodes el Grande. Este era un edomita, es decir, descendiente de Esaú, y no era un judío. Reconstruyó el segundo templo, pero era extremadamente cruel; como veremos, ordenó el asesinato de todos los bebés varones de Belén, intentando eliminar al nuevo rey de Israel. Además, mandó matar a varios miembros de su propia familia, incluso a algunos de sus hijos y a una de sus esposas.

Zacarías y Elisabet ya eran ancianos y, como Sara y Ana, Elisabet era estéril. En aquel entonces, una pareja sin hijos era vista como maldecida por Dios. El texto nos asegura que el pecado no había sido el impedimento para que formaran una familia, pues cumplían sin falta las leyes de Moisés.

Los sacerdotes pertenecían a grupos, y a cada grupo le correspondía cumplir sus funciones en el templo dos veces al año por un periodo de una semana. El resto del tiempo vivían con sus familias y servían en sus comunidades. Ese año, el texto relata que a Zacarías le tocó entrar en un área donde los sacerdotes no solían entrar, fuera de lo que se llamaba el lugar santísimo.

Por el número de sacerdotes —los eruditos bíblicos estiman que eran alrededor de 20,000—, estadísticamente un sacerdote tenía este privilegio tan solo una vez en la vida. El elegido entraba para ofrecer incienso y orar por Israel, por la llegada del Mesías y por la opresión de Roma. Y Dios iba a responder a la oración de Zacarías de la manera más extraordinaria. Fue en ese momento, mientras quemaba el incienso y oraba, que se le apareció un ángel; comprensiblemente, Zacarías sintió miedo. Así continúa la historia con el sorprendente mensaje que el ángel tenía para él.

Dios ha escuchado tus oraciones

Lucas 1:11-17: Entonces un ángel del Señor se le apareció a Zacarías. El ángel estaba de pie a la derecha del altar del incienso. Al ver al ángel, Zacarías se inquietó y tuvo miedo.  Entonces el ángel le dijo:

—No tengas miedo, Zacarías, que Dios ha escuchado tus oraciones y Elisabet, tu esposa, tendrá un hijo, a quien le pondrás por nombre Juan. Estarán felices y llenos de alegría y muchos se alegrarán por su nacimiento. Juan será un gran hombre ante los ojos de Dios. No tomará vino ni ninguna bebida alcohólica. Aun antes de su nacimiento estará lleno del Espíritu Santo. Juan hará que muchos israelitas se vuelvan al Señor su Dios.  Con el mismo poder espiritual de Elías, él preparará el camino para el Señor. Hará las paces entre padres e hijos y hará que los que no obedecen a Dios cambien y piensen como él manda. Así Juan preparará al pueblo para que esté bien dispuesto cuando el Señor venga.

Así será tu hijo

Es totalmente comprensible que, al ver al ángel, Zacarías sintiera miedo. Los ángeles son guerreros poderosos que reflejan la gloria de Dios; no son como suelen representarse en el arte, diminutos y tiernos. Es improbable que Zacarías estuviera orando por un hijo mientras intercedía por Israel; quizá hacía años que había dejado de esperar aquello, mucho menos de pedirlo.

¿Tenía el ángel que esperar hasta que Zacarías entrara en el lugar santo para entregarle este mensaje? Claro que no, como veremos más adelante en el encuentro que María tuvo con el mismo ángel. Tal vez Zacarías estaba más dispuesto a recibir una visita celestial en ese contexto, y por eso el ángel lo abordó durante su servicio al Señor. Pero, por su reacción, es fácil imaginar que Zacarías no tenía ninguna expectativa de recibir un mensaje de Dios dirigido a él personalmente.

¿Podían los que estaban afuera escuchar la conversación con el ángel? Probablemente nadie más pudiera oír aquel mensaje divino. Una parte de la función del sacerdote era ministrar y servir al pueblo judío, pero en este caso fue el ángel quien sirvió al sacerdote, brindándole un mensaje maravilloso de gran consuelo.

Le dio detalles sobre el hijo que tendría: se llamaría Juan, haría grandes cosas para el reino de Dios y, como Sansón y el profeta Samuel, no podría beber alcohol. Aun antes de nacer estaría lleno del Espíritu Santo y ayudaría a mucha gente a cambiar y volver al Señor.

Antes de que Dios nos diera el regalo del Espíritu Santo a todos los creyentes, solo una persona a la vez lo recibía. Por ejemplo, Saúl lo tuvo, pero lo perdió cuando Dios se lo dio a David. En aquel tiempo, Israel no había recibido palabra de Dios ni un profeta en unos cuatrocientos años.

El mensaje del ángel fue abrumador: Dios no se había olvidado de su pueblo, iba a enviarles un profeta, uno de los más grandes de todos, con el mismo poder espiritual que Elías. ¡Qué gran noticia!

Pero Zacarías no estaba feliz. Había orado durante años para que él y su esposa tuvieran un hijo, pero creía que ya había recibido su respuesta— un rotundo no. Así continúa la historia con el intercambio entre Zacarías y el ángel.

¿Cómo puedo estar seguro de que esto pasará?

Lucas 1:18-20:  Entonces Zacarías le dijo al ángel:

—¿Cómo puedo estar seguro de que esto pasará? Yo ya soy viejo y mi esposa tampoco es joven.

El ángel le respondió:

—Yo soy Gabriel y estoy a las órdenes del Señor. Él me mandó a hablar contigo para darte esta buena noticia. Pero ahora, no podrás hablar hasta el día en que esto ocurra. Quedarás mudo por no creer lo que te dije, pero todo se cumplirá en el momento apropiado.

El Sacerdote Mudo

Hasta ahora no sabemos cuál ángel le habló, pero se presentó; el ángel Gabriel no le explicó cómo sería posible, sino quién lo haría posible. El sacerdote olvidó que Dios no está limitado por los hechos. En este relato podemos ver que Dios tiene compasión de nosotros aun en medio de nuestras dudas. Podemos ser fieles como Zacarías y, sin embargo, dudar a veces, enfocándonos en los hechos en lugar del poder infinito de Dios.

Había muchos afuera orando y esperándolo. Por fin Zacarías salió, pero ya no pudo hablar. Les hizo señas, y entendieron que algo le había sucedido. Tal vez escribió el mensaje que Gabriel le dio. ¿Cómo habrían reaccionado? Seguramente muchos no le habrían creído. Después de este encuentro, continuó sirviendo en el templo hasta que cumplió su tiempo de servicio. Como no podía hablar, tampoco pudo desempeñar sus funciones sacerdotales como debía.

Regresó a casa y, poco después, Elisabet quedó embarazada. Quizá, cuando se lo contó a Zacarías, él se sintió mal por no haber confiado en Gabriel y por no poder gritar con alegría con su mujer. Como sacerdote, tenía una educación que incluía la escritura, pero, como la mayoría de las mujeres, es posible que Elisabet fuera analfabeta y necesitara ayuda para comunicarse.

Por lo que sigue —la visita de María y el nacimiento de Juan—, Zacarías encontró la manera de comunicárselo todo a Elisabet, aun si tuvo que escribir lo sucedido y pedir a un vecino que se lo leyera. El día en que su hijo nació, Elisabet ya sabía qué nombre debía ponerle: el nombre revelado por el mensajero de Dios.

Nacimiento de Juan

El día anticipado por fin llegó, y Elisabet dio a luz a un hijo. Sus vecinos y parientes se alegraron mucho por aquel nacimiento milagroso. Como la ley exigía, a los ocho días lo circuncidaron y esperaban que le pusieran el nombre de Zacarías. Después de todo, era su primer y único hijo, y debía llevar el nombre de su padre, como era la costumbre.

Pero la madre no permitió que esto sucediera; les anunció que su nombre sería Juan. Esto los confundió, pues no era un nombre de la familia. Entonces preguntaron a Zacarías qué nombre debía ponerle. Así continúa la historia.

Su nombre es Juan

Lucas 1:62-64: Entonces, por señas le preguntaron a Zacarías qué nombre le quería poner a su hijo. Pidió que le trajeran una tabla en la que escribió: «Su nombre es Juan». Todos se quedaron atónitos. Inmediatamente se le soltó la lengua y empezó a hablar y a alabar al Señor. 

El padre lleno del Espíritu Santo

Le hicieron señas a Zacarías, lo cual tal vez significa que, además de estar mudo, era sordo, aunque el texto no lo afirma. Después de reconocer a su hijo con el nombre de Juan, recuperó el habla. Inmediatamente después, lleno del Espíritu Santo, Zacarías alabó al Señor y profetizó acerca de aquel que vendría en unos meses: el Mesías.

Tras vivir mudo por casi un año, Zacarías aprendió una lección sobre la fe: que Dios siempre nos escucha, aun cuando parece que demora en contestar. Todos los vecinos y parientes presentes quedaron muy sorprendidos y difundieron esta historia por toda la región de Judea. Concluimos esta bella historia con una porción de la alabanza del nuevo padre, anunciando al tan esperado Mesías.

Zacarías alaba a Dios

Lucas 1:67-72, 76-78: Entonces Zacarías, el papá del niño, se llenó del Espíritu Santo y profetizó:

 «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha venido a ayudar a su pueblo y a liberarlo.  Nos ha dado un Salvador poderoso de la familia de su siervo David, tal como lo prometió en el pasado por medio de sus santos profetas. Prometió salvarnos de nuestros enemigos y del poder de todos los que nos odian. También prometió que tendría compasión de nuestros antepasados y que no olvidaría el pacto santo que hizo con ellos… En cuanto a ti, hijito mío, te llamarán profeta del Dios Altísimo. Irás delante del Señor para prepararle el camino. Tú le anunciarás a su pueblo que él los salvará por medio del perdón de sus pecados.

No sabemos por cuánto tiempo Zacarías pudo disfrutar de su hijo antes de morir, pero, por la obediencia y el fervor de su hijo, entendemos que Zacarías fue fiel en cumplir las instrucciones de Gabriel de criarlo bajo una promesa nazarita. En el próximo estudio conoceremos a María y a Elisabet.

Reflexión:

1.      Cuando Gabriel le anunció a Zacarías el nacimiento de su hijo, el sacerdote ya no creía que sería posible. ¿Hay algo por lo cual has dejado de orar? ¿Por qué? ¿Está conforme a la voluntad de Dios? Si es así, ¿Qué necesitarías para comenzar a orar otra vez por esta cosa?

2.      ¿Qué nos enseña la experiencia de Zacarías acerca de cómo la duda puede coexistir con la fidelidad, y cómo podemos reconocer esos momentos en nuestra propia vida en los que creemos, pero al mismo tiempo vacilamos?

3.      ¿Qué lecciones podemos extraer del tiempo en que Zacarías vivió mudo, y cómo el silencio forzado puede convertirse en un espacio para escuchar mejor a Dios y crecer en confianza?

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