La fe de un capitán romano y la de un oficial judío

Jesús sana a dos enfermos sin verlos

En el previo estudio, la mujer samaritana trajo a muchos samaritanos a conocer y creer en Jesús como el Mesías. En este estudio, vamos a leer dos historias similares, uno sobre un capitán romano que pide a Jesús que sane a su siervo, y luego de un oficial judío que le pide a Jesús que sane a su hijo.  En ambas historias, Jesús no conoció al siervo ni al hijo, probando que él tiene el poder de sanar, no importa la distancia.

El capitán romano

Había soldados romanos por todo el territorio de Israel. Además que mantener la paz y orden, Roma los pagó para oprimir a los judíos. Cuando la historia se abre, conocemos a un capitán romano en Capernaúm: no es tan solo un gentil, sino un capitán romano, y en la vista de los israelitas, el peor del peor. El capitán romano tenía un siervo gravemente enfermo, a punto de morir. El texto dice que el capitán estimaba mucho al siervo. Tenemos que preguntarnos por qué estimaba tanto a su siervo. En el mundo antiguo los siervos eran desechables: si ya no podía trabajar, lo normal sería matarlo y comprar otro. Muchos no recibían atención médica; trabajaban todos los días de su vida hasta morir. Hay varias teorías posibles que explicarían por qué estimaba tanto al siervo. Quizás era su hijo ilegítimo, pero lo mantenía en su casa en el puesto de siervo para no avergonzar a su familia. Posiblemente hubiera sido el siervo de su papá y le había sido más un padre que su propio padre. El capitán iba a hacer algo que los gentiles, especialmente los romanos, no harían. Comenzamos con la historia, leyendo lo que el capitán está dispuesto a hacer para salvar a su siervo.

Envió a unos ancianos líderes de los judíos a pedirle que fuera

Lucas 7:3-5: Cuando el capitán oyó hablar de Jesús, envió a unos ancianos líderes de los judíos a pedirle que fuera y salvara la vida del siervo. Cuando encontraron a Jesús, le rogaron mucho:

—Este capitán merece que lo ayudes porque ama a nuestra nación y hasta nos construyó la sinagoga.

Este capitán merece que lo ayudes

Encontramos varias cosas sorprendentes en este pasaje corto. Primero, el capitán romano pone su fe en lo que oyó sobre aquel judío. Los romanos creían en una panteón de dioses; pensaban que los judíos eran fanáticos que causaban muchos problemas en vez de agradecerlos por la protección y mejoramientos en la infraestructura. Toleraban la adoración en el templo en Jerusalén siempre y cuando pagaban sus impuestos y mantenían la paz. Quizás en su desesperación, después de que todos los remedios conocidos fallaran, el capitán puso su fe en lo que había escuchado de ese hombre.

Segundo, el texto dice que el capitán envió a unos ancianos líderes de los judíos para suplicar a Jesús que salvara su siervo. Los judíos nunca aceptaron a los romanos. Los obedecían porque no le quedaba otro, pero los odiaban y los evitaban lo más posible. ¿Qué habrá sucedido para que el capitán se llevara tan bien con estos ancianos líderes? A lo mejor, el capitán vivió en Capernaúm por años y durante el transcurso de ese tiempo, los ayudaba mucho, incluso fue el encargado de construir la sinagoga. Es muy posible que creyera en Dios y rechazara a los dioses romanos.

Tercero, los ancianos líderes mayormente pensaban que Jesús era un charlatán y un blasfemo. Así que, ¿Cómo le dijeron a Jesús que el capitán merecía su ayuda si no creyeron que él pudiera ayudarlo? Tal vez estos ancianos líderes creyeran que Jesús era el Mesías, pero guardaron este secreto de modo que el Sanedrín no se averiguara.

El texto dice que Jesús iba a la casa del capitán, pero este lo detuvo. Continuamos con la historia, leyendo la fe del capitán romano.  

Señor, eres el mero mero capitán

Mateo 8:8-9: El capitán le contestó:

—Señor, no merezco que vayas a mi casa, pero tan sólo da la orden y mi siervo quedará sanado. Porque yo estoy bajo la autoridad de mis superiores y a la vez tengo a muchos soldados bajo mi autoridad. Si le digo a un soldado: “Ve”, él va. Si le digo a otro: “Ven”, él viene. Y si le digo a mi siervo: “Haz esto”, él lo hace.

No merezco que vayas a mi casa

¿El capitán no quiere que Jesús venga a su casa porque esconde dioses o algo ilícito? Más probable, como sabía mucho acerca de los judíos, sabía que este hombre no iba a querer entrar en su casa, aunque Jesús estaba dispuesto. El capitán demuestra entender que Jesús es tan poderoso que no necesita ver ni tocar para sanar. A lo mejor tiene tanta fe en Jesús porque cree en Dios. ¿Puede ser el Cristo, el Mesías? Desde que llegó a Israel, había escuchado tanto sobre Él. Y si lo que dice de Él era cierto, entiende que su casa es impura y no merece que el Hijo de Dios entre en su hogar. También entiende que no es necesario que entre en su casa impura para sanar a su siervo. Continuamos con el final de esta historia leyendo la reacción de Jesús.

Nunca he visto en Israel a nadie con tanta fe

Mateo 8:10-13: Cuando Jesús escuchó esto, se admiró mucho y les dijo a los que lo seguían:

—Les digo la verdad: nunca he visto en Israel a nadie con tanta fe. Además les digo que muchos vendrán del oriente y del occidente y en el reino de Dios participarán en un banquete con Abraham, Isaac y Jacob.  Pero los que nacieron para tener el reino serán expulsados. Estarán en la oscuridad, donde llorarán y crujirán los dientes de dolor.

Entonces Jesús le dijo al capitán:

—Ve a tu casa, tu siervo sanará así como creíste.

Y en ese mismo instante el siervo fue sanado.

Los que nacieron para tener el reino serán expulsados

Los samaritanos no pidieron ver una señal y el capitán cree en el poder de Jesús sin ni siquiera verlo. Jesús reprende a sus seguidores, comparando su fe con la del capitán: dice que muchos gentiles entrarán en el reino de Dios mientras que muchos judíos irían al infierno. Lo que Jesús dijo sobre el cielo era muy en contra de lo que los judíos creían, que no habrá gentiles allí y que todos los judíos, por ser hijos de Abraham, estarían allá. ¿Cómo reaccionaron sus seguidores al escuchar que no sería así? 

Después de que su siervo se sanara, ¿Qué hizo el capitán? ¿Compartió con todos que este judío sanó a su siervo? ¿O siguió viviendo calladamente, ayudando a los judíos en Capernaúm?  

Jesús sana al hijo de un oficial

Juan 4:43-54:

Ahora cambiamos a una historia similar, pero bajo circunstancias diferentes. Cuando la historia se abre, han pasado dos días desde que Jesús estuvo con los samaritanos en Sicar. En Capernaúm, hay otra persona gravemente enferma, pero esta vez es el hijo de un oficial del rey Herodes Antipas. Aunque Herodes era malvado, esto no quiere decir que no hubiera unos en su corte que creían en el Hijo de Dios. El texto dice que Jesús estaba en camino hacia Caná, y el oficial fue a rogarle que fuera a Capernaúm y sanara a su hijo. Como era un oficial del rey, se supone que tenía dinero y ya había contratado a los mejores médicos sin ningún resultado. Leemos esta historia corta, notando las diferencias entre esa y la con el capitán romano.

Venga rápido antes de que mi hijo muera

Juan 4:48-53: Jesús le dijo:

—Ustedes no creerán si no ven señales milagrosas y maravillas.

El oficial del rey le dijo:

—Señor, venga rápido antes de que mi hijo muera.

Jesús le dijo:

—Vete a casa, tu hijo vivirá.

El hombre creyó lo que Jesús le dijo y se fue a casa. Camino a casa se encontró con sus siervos, quienes le contaron que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora se había mejorado, y ellos le dijeron:

—La fiebre le bajó ayer a la una de la tarde.

El papá se dio cuenta de que fue a la misma hora que Jesús le dijo: «Tu hijo vivirá». Él y todos los de su casa creyeron.

Vete a casa, tu hijo vivirá

A diferencia del capitán romano, Jesús le reprende su falta de fe, pero como el capitán, sana a su hijo sin conocerlo ni ir a su casa. ¿Por qué Jesús le reprende? Tal vez la diferencia sea que es un judío. Los judíos tenían las profecías sobre el Hijo de Dios por cientos de años, pero los gentiles no; los gentiles lo reconocieron y pusieron su fe en él, pero la mayoría de los judíos no. A diferencia del capitán romano, el oficial del rey quiere que venga con él, pero Jesús no fue. En vez de darle lo que pide, Jesús le da una prueba de fe: tiene que creer su palabra. El texto dice que creyó lo que Jesús le dijo y se fue a casa. A diferencia del capitán romano, parece que este oficial del rey no era un creyente antes del milagro.

En el próximo estudio, Jesús es rechazado en Nazaret, donde creció.

Para procesar:

1.   Si eres creyente, ¿Por qué entregaste tu vida a Dios? ¿Estabas en una situación desesperada, sin nadie más a recurrir?

2.   Usando únicamente la Biblia para defender tu posición, ¿crees que hay más personas que van al cielo o al infierno?

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La samaritana trae muchos a Jesús