Abraham: el padre de nuestra fe

Un pagano llamado por Dios

En el estudio anterior conocimos a Téraj, el padre de Abraham, quien salió de Ur de Babilonia (también conocida como Ur de los Caldeos). Esta ciudad era lujosa, repleta de todo lo imaginable, incluso de numerosos dioses. Por razones que desconocemos, Téraj tomó a su hijo Abraham, a Sara y a Lot, y dejó Ur, su tierra natal, con rumbo a Canaán. Sin embargo, nunca llegó a su destino, sino que se estableció en una tierra llamada Jarán. Mientras vivía en Jarán, Abraham escuchó el llamado de Dios y decidió retomar el camino original hacia Canaán, llevando consigo a su esposa Sara y a su sobrino Lot.

El Señor llamó a Abraham a dejar atrás una vida pagana pero cómoda, para emprender el camino hacia una tierra extranjera: Canaán. Allí, Abraham puso su fe en Dios, quien lo consideró justo por confiar en Él. Continuamos nuestro estudio del libro de Génesis examinando algunas de las historias de Abraham, el padre de nuestra fe.

La viejita bella 

Aunque era de edad avanzada, Sara seguía siendo una mujer sumamente bella, tan hermosa que, al verla, los hombres no podían contener su deseo de poseerla. Al salir de Ur, Abraham le pidió que, dondequiera que fueran, dijera a todos que era su hermana en lugar de su esposa. Abraham razonaba que, si creían que ella era su hermana, no lo matarían para quedarse con ella. Y su plan funcionó- hasta cierto punto. Aunque Dios le había prometido darle la tierra de Canaán y convertirlo en padre de una descendencia más numerosa que la arena del mar, Abraham no confió en Él para proteger a su esposa.

En Canaán hubo una gran hambruna. Sin consultar a Dios, Abraham decidió llevar a su familia a Egipto. Allí, el faraón, con el consentimiento de Abraham, tomó a Sara y la hizo suya. Vemos lo egoísta que fue Abraham al poner en riesgo la vida de su esposa, mientras él recibía una gran dote por ella. Así comenzamos la historia de Abraham: con una fe débil, permitiendo que su esposa se convirtiera en mujer del propio faraón.

El faraón fue muy amable con Abraham

Génesis 12:15-20: Cuando los funcionarios del faraón la vieron, le contaron al rey lo hermosa que era. Entonces llevaron a Saray a la casa del faraón. Gracias a Saray, el rey fue muy amable con Abraham, quien adquirió ovejas y cabras, ganado, asnos, esclavos, esclavas, asnas y camellos. Luego el SEÑOR mandó una epidemia sobre el rey y su gente por haber tomado a Saray, la esposa de Abraham. Entonces el faraón llamó a Abraham y le dijo:

«¿Qué rayos has hecho? ¿Por qué no me dijiste que ella era tu esposa? ¿Por qué me dijiste “¿Ella es mi hermana”, para que yo me casara con ella? Ahora aquí está tu esposa, tómala y vete».

Entonces el rey dio órdenes con respecto a Abraham para que lo dejarán seguir su camino a él y a su esposa junto con sus posesiones.

Lot, el sobrino de Abraham

Cuando Dios llamó a Abraham a salir de Jarán, su sobrino Lot lo acompañó, viviendo muchos años junto a él. Tras la muerte de su padre, Lot encontró en Abraham un padre sustituto. Después de años de vagar por el desierto, ambos prosperaron: tenían numerosos rebaños, ganado y siervos. La tierra ya no podía sostener a tantos animales, y los pastores de Abraham y Lot comenzaron a pelear entre sí. Al ver el conflicto que esto generaba, Abraham propuso una solución pacífica: que se separaran. Así continúa la historia de Abraham, con la separación de los dos y la lamentable decisión que Lot tomó.

Abraham y Lot se separan

Génesis 13:8-9, 11-12: Entonces Abraham le dijo a Lot:

«Nosotros somos familiares, por eso no debe existir ninguna pelea entre tú y yo, o entre tus pastores y los míos. ¿No está todo el país a tu disposición? Debemos separarnos. Si te vas al sur, yo iré al norte. Si te vas al norte, yo iré al sur».

…Lot eligió todo el valle del Jordán, viajó hacia el oriente y así se separaron el uno del otro. Abraham vivió en Canaán, pero Lot vivió en las ciudades del valle y movió su campamento cerca de Sodoma. 

Miró, eligió, se separó

Luego estalló una guerra entre varias naciones cerca de Sodoma. En medio del caos, Lot y su familia fueron secuestrados, y todas sus posesiones fueron saqueadas. Uno de los siervos de Lot logró escapar y fue en busca de Abraham para contarle el peligro que corría su sobrino. Así continúa la historia, leyendo cómo Abraham respondió ante esta amenaza. 

Abraham liberó a Lot

Génesis 14:14-16:  Cuando Abraham escuchó que su pariente había sido capturado, reunió a 318 hombres bien entrenados que habían nacido en su hogar, y se fue hasta Dan a perseguir al enemigo. Por la noche Abraham y sus siervos se desplegaron contra los enemigos, y los derrotaron... Abraham recuperó todo lo que se habían llevado, liberó a Lot y lo que le habían quitado y liberó también a las mujeres y a los demás cautivos.

Abraham y Melquisedec

Después de rescatar a Lot, Abraham se encontró con Melquisedec, quien apareció como salido de la nada, presentándose como rey de Salem y sumo sacerdote del Dios Altísimo. Curiosamente, el pueblo de Salem no había participado en la batalla, y no sabemos por qué Melquisedec estaba allí. Agradecido de que ninguno de sus 318 hombres hubiera muerto en la guerra —un milagro en sí mismo— Abraham le ofreció un décimo del botín como ofrenda al Señor. Así continúa la historia de Abraham, con este misterioso encuentro que revela una conexión espiritual inesperada.

Rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo

Génesis 14:18-20: Melquisedec, rey de Salem, trajo vino y pan. Él era sacerdote del Dios Altísimo. Bendijo a Abraham y le dijo:

«Abraham, que el Dios Altísimo te bendiga, creador del cielo y de la tierra. Y bendito sea el Dios Altísimo, quien entregó en tu poder a tus enemigos». 

Abraham le dio a Melquisedec la décima parte de lo que había conseguido en batalla. 

Abraham y Agar

A pesar de la promesa de Dios de darle a Abraham muchos descendientes, Sara no lograba concebir. Agar, una esclava egipcia que formaba parte del dote que Abraham recibió por su esposa en Egipto, era la sierva de Sara. Desesperada por cumplir la promesa a su manera, Sara le implora a Abraham que se acueste con Agar. Así continúa la historia, con una decisión que cambiaría el curso de sus vidas y traería consecuencias profundas.

Ten relaciones sexuales con mi esclava

Génesis 16:1-4: Hasta ese día Saray, la esposa de Abraham, no le había podido dar ningún hijo, pero ella tenía una esclava egipcia llamada Agar. Entonces Saray le dijo a Abraham:

—Tú sabes que el SEÑOR no me ha permitido tener hijos, así que ten relaciones sexuales con mi esclava. Tal vez yo pueda tener un hijo por medio de ella.

Abraham hizo lo que Saray le dijo. …Su esposa Saray tomó a su esclava Agar y se la dio como mujer a su esposo Abraham. Abraham tuvo relaciones sexuales con Agar y ella quedó embarazada. Cuando ella se enteró de que estaba embarazada, empezó a creerse más que Saray. 

Abraham hizo lo que Saray le dijo

Abraham hizo lo que su esposa le pidió. No lo vemos consultar a Dios ni a nadie más antes de tomar la decisión. Seguramente Sara se lo había pedido varias veces, y aunque él resistió al principio, al final cedió. Abraham no se casó con Agar ni la convirtió en concubina.

Agar concibió rápidamente, y al notarse su embarazo, comenzó a sentirse superior a su dueña. Llena de ira y arrepentimiento, Sara lamentó haberla entregado a su esposo y reprochó a Abraham por haberla obedecido.

Así continúa la historia, marcada por celos, dolor y las consecuencias de actuar sin esperar la dirección de Dios.

Tú eres el culpable de lo que me está pasando

Génesis 16:5-6: Entonces Saray le dijo a Abraham:

—Tú eres el culpable de lo que me está pasando. Yo misma entregué a mi esclava en tus brazos y cuando ella vio que estaba embarazada, me volví despreciable para ella. Que el SEÑOR decida quién, entre tú y yo, tiene la razón.

Pero Abraham le dijo a Saray:

—Mira, esa esclava es tuya, haz con ella lo que tú quieras.

Entonces Saray trató mal a la esclava, y la esclava huyó.

Haz con ella lo que tú quieras

Sara culpó a Abraham por la actitud irrespetuosa de su sierva. Como Agar no era esposa ni concubina, Abraham no la protegió, dejándola en una posición vulnerable. Sara abusó de Agar, a pesar de que ella había cumplido exactamente con lo que se le pidió. Humillada y sin defensa, Agar huyó al desierto. Después de vagar brevemente, regresó y dio a luz a un niño:  Ismael, el primogénito de Abraham.

Después de unos trece años, Sara dio a luz a Isaac. Un día, vio a Ismael jugando bruscamente con su medio hermano, burlándose de él. Sara exigió a Abraham que expulsara a su esclava y a Ismael del campamento. Abraham se sintió inconforme; aunque no amaba a Agar, sí quería a su hijo. Pero Dios intervino y le habló, y Abraham no tardó en obedecer. A la mañana siguiente, madrugó, y tomando pan y un poco de agua, envió a Agar e Ismael lejos del campamento, para no regresar jamás.

Rumbo a la destrucción

Abraham y Sara recibieron una visita del Señor, acompañado por dos seres celestiales. De inmediato, Abraham reconoció que era el Señor quien lo visitaba, y corrió hacia Él para postrarse en reverencia. Le imploró que se quedara, deseando servirle personalmente. Aunque sabía que era el Señor, no dejó de practicar la hospitalidad tradicional de su tiempo: les lavó los pies y les ofreció comida. Dios no necesita alimentarse, pero Abraham quiso ofrecerle lo que tenía, y Él aceptó.

Después de comer, los tres visitantes se dirigieron hacia Sodoma, y Abraham los acompañó para despedirse. Entonces, el Señor le reveló una noticia dolorosa: tendría que destruir Sodoma. Lot y su familia aún vivían allí. En el pasaje que leeremos a continuación, parece que Abraham se atreve a discutir con Dios, pero no es así. Dios estaba probando que su elegido fuera un hombre misericordioso. La historia continúa con Abraham rogando por Sodoma.

Destruir a los justos junto con los perversos

Génesis 18:23-26: Se le acercó y le dijo:

—¿En realidad vas a destruir a los justos junto con los perversos? Tal vez haya 50 justos en la ciudad. ¿Aun así la destruirías? ¿No perdonarías a toda la ciudad por esos 50 justos que viven en ella? Tú no harías algo así: matar a la gente justa junto con la perversa. Si así fuera, el justo sería tratado de la misma manera que el perverso. Ni se te ocurra. ¿Acaso el Juez del mundo no debe hacer justicia?

 Luego el SEÑOR dijo: —Si llego a encontrar 50 justos en Sodoma, por ellos perdonaré a toda la ciudad.

No la destruiré para salvar a esos diez

Así continuó la conversación. Abraham fue reduciendo el número de justos necesarios hasta llegar a un acuerdo: si había diez personas rectas en Sodoma y Gomorra, Dios no destruiría la ciudad. El Señor aceptó, sabiendo que ni siquiera había diez justos allí.

Dios le pidió a Abraham sacrificar a su hijo Isaac

Abraham tenía una ventaja que la mayoría de nosotros no tenemos: escuchaba directamente la voz de Dios. El Señor le puso otra prueba de fe, esta vez pidiéndole que sacrificara su hijo Isaac. Continuamos la historia de Abraham, leyendo el mensaje que Dios le dio a Su siervo.

Abraham, ¡sacrifica a tu hijo!

Génesis: 22:1-2: Después de todo esto Dios puso a prueba a Abraham. Le dijo:

—¡Abraham!

Y él le dijo

—Aquí estoy.

Luego Dios dijo:

—Toma a Isaac, tu amado hijo único, ve a la tierra de Moria y ofrécelo como un sacrificio que debe quemarse completamente, en la montaña que yo te indicaré.

Tu amado hijo único

Debemos recordar que Abraham no sabía cómo terminaría esta petición. Sin embargo, obedeció de inmediato. A la mañana siguiente, se levantó temprano, llevó consigo a Isaac, dos siervos, un burro, leña y los suministros necesarios para el viaje. Tomaron tres días para llegar a Moriah, un trayecto en el que Abraham hablaba constantemente con Dios, aunque no recibió respuesta alguna. En Hebreos 11:19, el autor nos dice que Abraham creía que Dios tenía el poder para resucitar a los muertos, incluso a su único hijo.

Cuando por fin llegaron a Moriah, Abraham dejó a los siervos y al burro, diciéndoles que él e Isaac subirían juntos─ y que ambos volverían. Paso a paso, padre e hijo caminaron juntos: Isaac cargando la leña sobre sus hombros, y Abraham llevando el cuchillo. En el camino, Isaac notó que algo faltaba y preguntó a su padre dónde estaba el cordero para el sacrificio. Abraham le respondió: “Dios proveerá.”

Al llegar al lugar indicado por Dios, construyeron un altar. Abraham se volvió hacia Isaac y le confesó que el Señor le había pedido sacrificarlo. Lo miró a los ojos, ambos llorando y respirando con dificultad. Isaac se rindió, y su padre lo ayudó a subir al altar. Entre sollozos y súplicas silenciosas, Abraham levantó el cuchillo… Pero el ángel del Señor lo detuvo. Así continúa la historia.

¡Detente!

Génesis 22:12-13: Luego el ángel dijo: —¡Detente! No le hagas daño al muchacho. No le hagas nada, porque ahora sé que tú respetas y obedeces a Dios. No le negaste a tu único hijo.

Luego Abraham levantó la mirada y vio un cordero enredado por los cuernos en un arbusto. Así que fue, lo agarró y lo ofreció como sacrificio a cambio de su hijo. 

Un cordero a cambio de su hijo

Después de sacrificar el cordero, el ángel del Señor le habló a Abraham. Continuamos con el final de esta historia leyendo lo que el ángel le dijo a Abraham.

Porque no me negaste a tu hijo, te daré mi bendición

Génesis 22:16-18: —El SEÑOR ha dicho: “Prometo por mí mismo que porque hiciste esto y no me negaste a tu hijo, tu único hijo, te daré mi bendición y multiplicaré tu descendencia. Tendrás tantos descendientes como estrellas hay en el cielo y arena a la orilla del mar. Ellos se apoderarán de las ciudades de sus enemigos. También prometo que todas las naciones del mundo serán bendecidas por tu descendencia, gracias a que tú me obedeciste”.

Reflexión:

1.      ¿Alguna vez has sentido que Dios te pedía algo que no entendías o que parecía imposible? ¿Cómo respondiste, y qué aprendiste sobre tu fe en ese proceso?

2.      ¿Qué significa para ti confiar en Dios cuando no hay señales claras, cuando el silencio parece ser su única respuesta? ¿Cómo manejas ese silencio en tu vida espiritual?

3.      ¿Has experimentado momentos en los que tu obediencia a Dios implicaba soltar algo profundamente amado? ¿Qué emociones surgieron, y cómo te transformó esa experiencia?

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