¿Quién era Bilhá?
Sierva, media hermana, madre sustituta
La tradición rabínica y algunos comentaristas bíblicos nos cuentan varias cosas sobre el posible origen de Bilhá, la sierva de Raquel y concubina de Jacob. Pero antes de entrar en especulaciones, vale la pena recordar que, en realidad, lo único que sabemos con certeza es lo que está escrito en la Biblia. Como siempre, recurrimos a la tradición rabínica y a los comentarios de expertos para ampliar nuestra comprensión del texto, pero nunca para corregirlo ni reemplazarlo. ¡La Palabra de Dios es infalible!
¿Sierva a su media hermana?
Según la tradición rabínica, tanto Zilpá como Bilhá eran hijas de Labán, nacidas de una concubina. Por lo tanto, eran medio hermanas de Lea y Raquel, aunque en vez de ser tratadas como hermanas, fueron consideradas siervas. Aun si Bilhá era realmente media hermana de Raquel, es poco probable que disfrutaran de una relación cercana; más bien, la dinámica entre ellas habría sido la de ama y sierva. Labán se la entregó a Raquel para que la atendiera al casarse.
Si la tradición rabínica es cierta, imagina por un momento cómo se habría sentido Bilhá al servir a su propio padre en lugar de ser reconocida como su hija, y luego tener que servir a su hermana, simplemente por no ser hija legítima de la esposa de Labán. Una sierva servía a su amo de por vida; era considerada propiedad, y el amo podía hacer con ella lo que quisiera.
Si fueras Bilhá, ¿cómo te sentirías? ¿Humillada, invisible, vengativa? Y, por si fuera poco, la situación empeoró: después de años de matrimonio, Raquel no logró concebir. Así comienza la historia de Bilhá, la sierva que terminó convirtiéndose en mujer de Jacob.
Ten relaciones con mi sierva
Génesis 30:3-8: Luego Raquel dijo:
—Toma a mi sierva Bilhá como concubina, ten relaciones sexuales con ella y ella dará a luz a un hijo para mí. De esa manera podré tener hijos por medio de ella.
Entonces Raquel le dio su sierva Bilhá a Jacob. Jacob tuvo relaciones sexuales con ella, Bilhá quedó embarazada y dio a luz a un hijo para Jacob.
Raquel dijo: «Dios ha escuchado mis oraciones y ha decidido darme un hijo». Por esta razón, Raquel llamó a su hijo Dan.
Bilhá, la sierva de Raquel, volvió a quedar embarazada y le dio a Jacob un segundo hijo. Raquel dijo: «Peleé duro para competir con mi hermana, y yo gané». Entonces lo llamó Neftalí.
Raquel usó a Bilhá
Si la tradición rabínica sobre Zilpá y Bilhá es cierta, es probable que ambas fueran hijas nacidas en la vejez de Labán. Por eso, podemos suponer que Bilhá era mucho más joven que Jacob, y que la idea de estar con él le resultaba repulsiva. Pero Bilhá no lo rechazó, más que nada porque no tenía opción.
Es posible que Bilhá se sintiera contenta sirviendo a su padre y a su media hermana, feliz de ayudar en lo que podía y agradecida por la oportunidad de contribuir a que su dueña tuviera hijos. Pero ese escenario parece poco probable. Raquel y Bilhá no eran amigas, especialmente si de verdad eran medio hermanas. Es más probable que Bilhá fingiera llevarse bien con Raquel, pero en realidad sintiera celos y no la quería.
Si Lea y Raquel, y Zilpá y Bilhá eran medio hermanas, es fácil imaginar lo complicado y frustrante que habría sido compartir al mismo hombre. El texto bíblico ya nos habla de las tensiones entre Lea y Raquel, así que no cuesta pensar que también hubo peleas entre todas. Quizás Bilhá soñaba con casarse con su propio marido, pero era Raquel quien mandaba. Así que, le gustara o no, tenía que resignarse a compartir a Jacob.
La madre sustituta
Para Raquel, la respuesta a su infertilidad fue la misma que parecía aplicar a todo en su vida: usar a otra persona para conseguir lo que anhelaba. Después de que Jacob la reprendió por intentar culparlo de no poder embarazarse, ella no dudó en entregarle a su sierva Bilhá para que se acostara con ella. Raquel tenía la esperanza de que Bilhá concibiera un hijo, actuando como madre sustituta.
La idea era la misma que tuvo Sara con Agar, que su marido se acostara con la sierva solo lo suficiente para embarazarla, y que al dar a luz, la madre renunciara a todos sus derechos, dejando al hijo como propiedad del amo. Pero en ninguno de los dos casos funcionó así.
El texto no nos dice cómo reaccionó Jacob cuando Raquel le pidió que se acostara con Bilhá; solo sabemos que lo hizo. Pronto, Bilhá quedó embarazada y dio a luz a un hijo, al que Raquel llamó Dan. Tras su nacimiento, Raquel dijo: «Dios ha escuchado mis oraciones y ha decidido darme un hijo». Resulta irónico que dijo que Dios se lo dio, cuando en realidad ella había orquestado toda la situación. Al fin y al cabo, entregar a Jacob a su sierva para que se acostara con ella no parece la forma en que Dios obra—con competencia y manipulación.
No sabemos si Jacob quiso acostarse con Bilhá o si Raquel se lo exigió, pero Bilhá volvió a quedar embarazada y dio a luz a un segundo hijo, Neftalí. Esta vez, Raquel declaró: «He luchado intensamente contra mi hermana, y he vencido». Con ese segundo nacimiento, Raquel dejó ver sus verdaderas intenciones, que no tenían nada que ver con Dios, sino con la competencia que mantenía con Lea.
El texto nos dice que fue Raquel, y no Bilhá, quien nombró a los hijos nacidos de su sierva. Es probable que Bilhá los cuidara y los criara, aunque siempre bajo las instrucciones de Raquel. Quizás, cuando Raquel dio a luz a José, dejó de prestarles tanta atención, o incluso los olvidó, permitiendo que Bilhá los criara como mejor le pareciera.
Tras la muerte de Raquel, según la tradición rabínica, fue Bilhá quien ocupó su lugar: crio a sus hijos y se convirtió en la primera esposa de Jacob, su favorita. Pero Bilhá tenía la atención de otro hombre. Así continúa la historia, con el encuentro que tuvo con el primogénito de Jacob.
Rubén se acostó con Bilhá
Génesis 35:22: Mientras Israel estaba viviendo en esa tierra, Rubén se acostó con Bilhá, la concubina de su papá. Cuando Israel se enteró, se puso furioso.
Rubén y Bilhá
El texto nos dice que Rubén se acostó con Bilhá, pero no menciona que la haya violado como especifica con Dina y con Tamar, ni que el acto se repitiera, ni si hubo o no sentimientos entre ellos. Simplemente afirma que tuvo relaciones con ella, y que Jacob, al enterarse, se enfureció. La tradición rabínica interpreta este acto de distintas maneras. Una posibilidad es que Rubén, como Absalón, se acostó con la concubina de su padre para demostrar su poder y expresar su disgusto hacia su padre.
Otra es que Rubén estaba enamorado de Bilhá. El texto no indica que ella se resistiera ni que él la forzara, así que es posible que hubiera sentimientos mutuos, y quizás ella también lo deseaba. Es probable que Rubén estuviera más cerca de la edad de Bilhá, y que le resultara más atractivo que Jacob. Cayeron en pecado, se arrepintieron, y por eso no volvieron a estar juntos. Pero su pecado tuvo consecuencias devastadoras: al morir, Jacob mencionó ese acto y le quitó a Rubén la bendición del primogénito, dándosela a José. Sin embargo, no leemos que culpara a Bilhá.
Así termina la historia de Bilhá, con las palabras que Jacob dirigió a Rubén desde su lecho de muerte.
Llevaste vergüenza a mi cama, la cama en la que te metiste
Génesis 49:3-4: Rubén, tú eres mi hijo mayor, mi fuerza y la primera muestra de mi hombría. Tú fuiste el más honorable y poderoso de mis hijos. Pero eres incontrolable como el agua. No seguirás siendo el más honorable, por haberte metido en la cama de tu papá. Llevaste vergüenza a mi cama, la cama en la que te metiste.
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La historia de Bilhá, aunque contada en pocas líneas dentro del texto bíblico, revela capas profundas de dolor, obediencia, deseo y silencio. Fue sierva, madre sustituta, compañera ignorada, y finalmente objeto de escándalo. Su voz no aparece en el relato, pero su presencia marca momentos decisivos en la vida de Jacob, Raquel y Rubén. Quizás nunca sabremos lo que sintió, lo que deseaba o lo que temía, pero su historia nos invita a mirar más allá de los nombres y los títulos, y a preguntarnos qué significa ser vista, elegida o descartada en medio de los planes de otros.
Reflexión:
- ¿Qué nos enseña la historia de Bilhá sobre el valor y la dignidad de quienes no tienen voz en los relatos oficiales? 
- ¿Cómo influye el deseo de control o competencia en nuestras relaciones, incluso cuando creemos estar actuando por fe? 
- ¿Qué papel juega el arrepentimiento en las historias que no terminan como esperábamos, y cómo podemos reconocerlo? 


