Raquel, la amada de Jacob
Bella, manipuladora, competitiva, pero escogida por Dios
Hija de un estafador, hermana menor, la amada de Jacob, bella, manipuladora, adoradora de dioses falsos, esposa desamorosa, luchadora contra la infertilidad, y madre de José y Benjamín. En este estudio, vamos a echar un vistazo a la vida de Raquel, una de las matriarcas del pueblo de Israel.
Después de robarle la bendición de su hermano mayor, Jacob tuvo que huir de Canaán para que Esaú no lo matara. Finalmente llegó a Padán Aram, tierra de la familia de su madre Rebeca. Allí se encontró con Raquel, la hija menor de Labán, quien venía con las ovejas de su padre. Así comienza la historia de Raquel, con el momento en que Jacob la conoció.
Amor a primera vista
Génesis 29:9-12: Mientras Jacob seguía hablando con ellos, llegó Raquel con las ovejas de su papá, pues ella era la encargada de cuidarlas. Raquel era la hija de Labán, el hermano de Rebeca, la mamá de Jacob. Cuando Jacob vio a Raquel, fue y movió la piedra de la boca de la fuente y les dio agua a las ovejas. Luego le dio un beso a Raquel y se puso a llorar. Jacob le contó a Raquel que él era pariente del papá de ella y que era el hijo de Rebeca. Entonces Raquel fue corriendo a la casa de su papá a avisarle.
La vio y la besó
Parece que Jacob conoció a Raquel y se enamoró de ella. Al conocerla, la besó. ¿Fueron correspondidos sus sentimientos? Por sus acciones más tarde, Raquel demostró que probablemente no lo quería. Labán escuchó la historia de Jacob, viéndolo con nada. Bajo circunstancias normales, exigiría una dote para el privilegio de casarse con una de sus hijas, pero vio la oportunidad de sacarle mucho más que una simple dote. Continuamos con la historia, leyendo la oferta que Labán le hizo a Jacob.
Trabajaré por Raquel
Génesis 29:15-19: Un día Labán le dijo a Jacob:
—No está bien que sigas trabajando para mí sin recibir pago a cambio. Tú eres mi pariente, no mi esclavo. Dime, ¿cuánto debo pagarte?
Labán tenía dos hijas. La mayor se llamaba Lea y la menor Raquel. Lea era de ojos tiernos pero Raquel era linda y tenía un cuerpo hermoso.
Jacob amaba a Raquel, así que dijo:
—Trabajaré para ti durante siete años si dejas que me case con Raquel, tu hija menor.
Labán dijo:
—Es mejor que te cases con ella y no que ella se case con cualquier otro hombre. Así que quédate conmigo.
Siete años eran demasiados
Se supone que el salario que un siervo ganaría en siete años era más que suficiente para cubrir la dote requerida. Pero Jacob, decidido a casarse con Raquel y mantenerse lejos de Esaú, propuso trabajar como siervo durante ese tiempo. Así, Jacob sirvió siete años por estar tan enamorado a su amada. Cuando cumplió el plazo, le pidió a su tío Labán que le entregara a Raquel. Labán organizó una gran fiesta de bodas. Así continúa la historia, con el momento en que Labán engañó a Jacob en la noche de bodas.
¿Me acosté con quién?
Génesis 29:23, 25-27: pero, por la noche, Labán le llevó a su hija Lea, y Jacob tuvo relaciones sexuales con ella. …A la mañana siguiente Jacob se dio cuenta de que se había acostado con Lea y entonces le dijo a Labán:
—¿Por qué me hiciste esto? Trabajé muy duro para casarme con Raquel. ¿Por qué me engañaste?
Labán respondió:
—En nuestro país no se permite que la hija menor se case antes que la hija mayor. Cumple con la semana de celebración de bodas y también te daré a Raquel para que te cases con ella, si trabajas otros siete años para mí.
Una sorpresa muy desagradable
Cuando llegó la noche, trajeron a Lea, cubierta con un velo, a la nueva tienda que se suponía sería de Jacob y Raquel. Allí, creyendo que era Raquel, la hizo suya. Al amanecer, se despertó y recibió la sorpresa de su vida. Jacob nunca tuvo la intención de casarse con ambas hermanas, ni trabajó siete años por Lea y siete por Raquel, sino catorce años únicamente por Raquel. Finalmente, Jacob y Raquel se casaron. Así continúa la historia con la noche de bodas que tanto había esperado.
La boda más esperada
Génesis 29:30: Entonces Jacob tuvo relaciones sexuales también con Raquel. Él amó a Raquel más que a Lea y trabajó para Labán otros siete años.
Él amó a Raquel más
Después de casarse con Raquel, Jacob tenía que dividir su tiempo entre su amada y la otra. La amaba, aparentemente a pesar de sus exigencias y caprichos, quizás simplemente porque Raquel era hermosa. Aunque ella notaba que Jacob no pasaba mucho tiempo con su hermana mayor, la envidiaba por su facilidad para concebir. Cada mes que no quedaba embarazada, se sentía frustrada con él, culpándolo por su desgracia. Los hijos eran lo único que Lea tenía y que ella no, y Raquel deseaba quitarle esa ventaja. Así continúa la historia, con la acusación que Raquel le hace a Jacob.
Si no me das hijos, me moriré
Génesis 30: 1-3: Cuando Raquel vio que no le podía dar hijos a Jacob, le dieron celos de su hermana. Entonces le dijo a Jacob:
—Si no me das hijos, me moriré.
Jacob se enojó mucho con Raquel y le dijo:
—Yo no soy Dios, él es el que no te ha dejado tener hijos.
Luego Raquel dijo:
—Toma a mi sierva Bilhá como concubina, ten relaciones sexuales con ella y ella dará a luz a un hijo para mí. De esa manera podré tener hijos por medio de ella.
Toma a mi sierva
Para Raquel, la respuesta a su infertilidad parecía ser la misma que aplicaba a todo en su vida: usar a otra persona para conseguir lo que deseaba. Después de que Jacob la reprendió, ella no dudó en entregarle a su sierva Bilhá, con la esperanza de que concibiera un hijo y Raquel pudiera asumir el rol de madre sustituta. La idea era que, al dar a luz, Bilhá renunciaría a todos sus derechos y el hijo sería considerado de Raquel. Pero no funcionó así.
Pronto Bilhá dio a luz a un hijo que Raquel nombró Dan. Tras su nacimiento, Raquel dijo: «Dios ha escuchado mis oraciones y ha decidido darme un hijo». Resulta irónico que atribuyera el nacimiento a Dios, cuando fue ella, y no Él, quien orquestó todo. Bilhá volvió a quedar embarazada y dio a luz a un segundo hijo, Neftalí. Esta vez, Raquel declaró: «He luchado intensamente contra mi hermana, y he vencido». Con esas palabras, reveló sus verdaderas intenciones, que no tenían que ver con la fe, sino con la competencia.
Aunque es probable que Raquel no amara a Jacob, sí deseaba profundamente ser madre. Ver a su hermana concebir con facilidad le provocaba vergüenza, como si fuera defectuosa. Así continúa la historia, mostrando lo importante que era para Raquel lograr concebir.
Me des de las mandrágoras
Génesis 30:14-15: Durante la cosecha de trigo, Rubén se fue al campo, encontró unas plantas llamadas mandrágoras y se las llevó a su mamá, Lea.
Entonces Raquel le dijo a Lea:
—Te ruego que me des de las mandrágoras de tu hijo.
Pero Lea le dijo:
—Tú me quitaste a mi esposo. ¿Ahora me quieres quitar también las mandrágoras de mi hijo?
Entonces Raquel dijo:
—Si me das las mandrágoras de tu hijo, podrás dormir con Jacob esta noche.
Dame lo que quiero, y Jacob te dará lo que quieres
Se creía que las mandrágoras, una planta de raíz, ayudaban a aumentar la fertilidad en las mujeres. Raquel, aún aferrada a la esperanza de concebir, deseaba obtenerlas con ese fin. Para ella, renunciar a una noche con Jacob a cambio de las mandrágoras no fue un gran sacrificio; suspiró, se encogió de hombros con indiferencia y permitió que Lea pasara la noche con él.
Después de muchos años, Dios permitió que Raquel quedara embarazada. A pesar de ser la esposa preferida, le tomó cerca de catorce años concebir y dar a luz al hijo favorito de Jacob, José. Existen diversas interpretaciones rabínicas sobre por qué Raquel no pudo concebir durante tanto tiempo; entre ellas hay una que sugiere que fue un castigo divino, quizás por seguir adorando a dioses falsos. Así continúa la historia, con el embarazo de Raquel y el nacimiento del hijo predilecto de Jacob.
Dios escuchó a Raquel
Génesis 30:22-24: Dios se acordó de Raquel, escuchó sus plegarias y le permitió tener hijos. Raquel quedó embarazada, dio a luz a un hijo y después dijo: «Dios me ha quitado mi vergüenza». A su hijo le puso de nombre José. Ella dijo: «Ojalá el SEÑOR me deje tener otro hijo».
Dios me ha quitado mi vergüenza
Aun después de tener por fin a su propio hijo, Raquel seguía deseando competir con su hermana. Lo que dijo tras el parto revela el estado de su corazón: le preocupaba más la vergüenza y la rivalidad con Lea que el amor de su marido.
Poco después del nacimiento de José, Dios volvió a hablar con Jacob y lo instruyó a regresar con su familia a Canaán. Antes de partir, Raquel robó los ídolos que su padre usaba para adivinar el futuro. Tal vez los quería para consultarlos ella misma, o simplemente como algo valioso que pudiera vender. Según la tradición rabínica, los ídolos a veces servían como prueba de propiedad. Si fue así, Raquel los tomó como un plan B: si el viaje salía mal, podría volver y reclamar las tierras.
Pero Labán los persiguió y confrontó a Jacob, acusándolo de haber robado sus ídolos. Jacob, sin saber lo que Raquel había hecho, le permitió buscarlos y declaró que, si encontraba al ladrón, lo mataría. En ese momento, vemos el verdadero carácter de Raquel: mintió a su padre y se sentó sobre los ídolos para ocultarlos. Su aversión por Jacob debió intensificarse al escucharlo decir que quien tuviera los dioses debía morir.
Labán y sus hijos fueron a buscar en la carpa de Raquel. A diferencia de los demás, ella no corrió a saludar a su padre al escuchar que venía, sino que permaneció en su tienda, sentada sobre su silla de camello, debajo de la cual había escondido los ídolos. No se levantó, alegando como pretexto que estaba en sus días de menstruación y que no podía ponerse de pie ante su presencia. Como no revisaron debajo de la silla, no encontraron nada.
Quince años después del nacimiento de José, Raquel dio a luz a su segundo hijo, Benjamín, pero ella murió en el parto. Aunque Jacob probablemente sentía que Raquel no lo amaba, lloró su muerte durante mucho tiempo y se aferró a sus dos hijos más queridos porque eran de ella.
¿Cómo recordamos a Raquel? Engañosa, manipuladora, hermosa, adoradora de dioses falsos… pero aun así, escogida por Dios para ser una matriarca de Su pueblo, Israel.
Reflexión
- ¿Qué revela la historia de Raquel sobre cómo Dios obra a través de personas imperfectas? 
- ¿Cómo influye el deseo de validación en nuestras decisiones, incluso cuando ya somos amados? 
- ¿Qué significa ser escogida por Dios cuando nuestras acciones no siempre reflejan fe o virtud? 


