José el soñador
El Fanfarrón Soñador, El Hijo Amado y El Hermano Odiado
Hasta ahora en nuestro estudio del libro de Génesis, hemos seguido la vida de Jacob. Pero en el capítulo 37, el enfoque cambia al hijo predilecto: José, quien se convierte en el protagonista de los últimos capítulos del libro.
Jacob vio en José cualidades que no observó en sus otros hijos: inteligencia, responsabilidad y una capacidad única, pero sobre todo, una fe profunda en Dios. Además, era hijo de la única mujer que Jacob realmente amó, Raquel.
Es evidente que Jacob lo educó personalmente, enseñándole a leer, escribir y hacer cuentas—habilidades que más adelante serán cruciales cuando lo veamos administrando la casa de Potifar, luego en la cárcel, y finalmente como gobernador de Egipto.
Cuando la historia se abre, Jacob y todos los suyos—excepto Raquel, quien ya había muerto al dar a luz a Benjamín—vivían en Canaán, la misma tierra de Abraham y Isaac. El texto nos dice que José tenía 17 años, y que cuidaba los rebaños de su padre junto con sus hermanos. Parece que todos lo trataban mal, aunque es posible que los hijos de Bilhá y Zilpá no fueran tan agresivos con él como sus medio hermanos.
Cada día, sus hermanos lo maltrataban y se comportaban mal; al regresar al campamento, José no dudaba en contarle a su padre lo que habían hecho. Como en el caso de Dina, Jacob no hizo nada. A pesar de amar a José más que a sus otros hijos, no lo protegía. Tampoco ayudaba a sus demás hijos a desarrollar las cualidades que tanto valoraba, sino, parece que se dio por vencido con ellos. Así comienza la historia, con Jacob sin corregir a sus hijos, mostrando una clara preferencia por José, y la reacción de sus muchos medio hermanos.
Sus hermanos se dieron cuenta de que su papá amaba a José más que a ellos
Génesis 37:3-4: Israel quería a José más que a sus otros hijos porque había nacido cuando él estaba muy viejo. Israel le hizo una túnica muy distinguida. Sus hermanos se dieron cuenta de que su papá amaba a José más que a ellos. Por esa razón lo odiaban y no podían decirle ni una palabra amable.
El hijo preferido, la túnica distinguida, y el odio fraternal
Jacob estaba acostumbrado a tener favoritos. Él mismo había sido el preferido de su madre Rebeca, y Raquel su esposa favorita. Por eso, no sorprende que no tratara a sus hijos con igualdad. Los hermanos no se indignaron tanto por la túnica en sí, sino por el hecho de que Jacob eligiera dársela a José. Según la tradición, el primogénito debía recibir una doble porción de la herencia y asumir el liderazgo familiar tras la muerte del padre. La túnica que Jacob mandó hacer para José era una señal pública de que pensaba otorgarle a él ese lugar de honor, a pesar de no ser el mayor.
Recordamos que el propio Jacob había usurpado la primogenitura de su hermano Esaú, y que su padre, Isaac, tampoco fue el primogénito—ese lugar le correspondía a Ismael. Sin embargo, fue Isaac quien recibió la bendición. Así que, para Jacob, entregar el liderazgo a un hijo que no era el mayor no era algo extraño. Era, en cierto modo, repetir la historia.
Como veremos más adelante, Jacob estaba frustrado con sus hijos, pero en parte era culpa suya por no haber sido un buen padre. Tenía tantos hijos que no pudo darles el tiempo ni la atención que necesitaban. Cuando le dio la túnica a José, el mensaje fue claro para todos: José, y no Rubén, sería el próximo líder del clan. Por eso, sus hermanos lo odiaban; ni siquiera le dirigían una palabra amable.
La túnica distinguida era larga, no apta para un pastor o campesino, ya que no se podía trabajar con una prenda así. Era una túnica para quien supervisaba a los trabajadores, no para quien sudaba junto a ellos.
¿Y cómo respondió José a ser el favorito? ¿Intentó ganarse la confianza de sus hermanos? Parece que no. José sabía que iba a liderar, y no les tenía miedo. Dios le dio dos sueños que revelaban parte de lo que sucedería en el futuro. Así continúa la historia con el primer sueño de José.
El primer sueño
Génesis 37:5-8: José tuvo un sueño, se lo contó a sus hermanos y ellos lo odiaron todavía más. José les dijo:
—Oigan este sueño que tuve. Estábamos juntos amarrando manojos de trigo en la mitad del campo. De repente mi manojo se levantó y quedó derecho. Después sus manojos rodearon el mío y le hicieron reverencias.
Entonces sus hermanos le dijeron:
—¿Será que vas a ser nuestro rey? ¿Será que nos vas a gobernar?
Ahora sus hermanos lo odiaban aun más debido a sus sueños y lo que les decía.
Lo odiaban aun más
El texto nos dice dos veces que, al contarles su sueño, los hermanos de José lo odiaban aún más. Cuando la Biblia repite algo, es porque quiere que prestemos atención: el odio hacia José era feroz y absoluto. Y, por su forma de comportarse, no es difícil entender por qué. José hacía alarde del sueño. Ni siquiera dudó en contarles que, según lo que había soñado, él iba a gobernar sobre ellos—algo que la túnica ya les había comunicado de forma clara.
Más adelante veremos que Dios le reveló a José el significado de los sueños de otros, así que es razonable pensar que entendía perfectamente el mensaje de sus propios sueños. Sin embargo, no actuó con sabiduría, sino con orgullo.
Si era tan inteligente y sabio como creemos, ¿por qué lo hizo? Hay que recordar que José era mucho más joven que sus hermanos. Tenía 17 años, mientras que el menor de sus hermanos (excluyendo a Benjamín) rondaría los treinta. Ellos eran adultos; José, no. Y Jacob debió haberlo notado. Como padre, debió protegerlo, guiarlo, y ayudarlo a madurar.
José tuvo otro sueño, y parece que no aprendió de la primera vez. Lo volvió a contar. Así continúa la historia con el segundo sueño, y la reacción de sus hermanos y de su padre.
El segundo sueño
Génesis 37:9-10: Después José tuvo otro sueño y también se lo contó a sus hermanos. Les dijo:
—Miren, volví a tener otro sueño: el sol, la luna y once estrellas me hacían reverencias.
Cuando les contó esto a su papá y a sus hermanos, su papá lo regañó y le dijo:
—¿Qué clase de sueño es ese que tuviste? ¿Acaso es cierto que yo, tu mamá y tus hermanos vamos a postrarnos ante ti?
¿Qué clase de sueño es ese?
Es la primera vez que leemos una reacción de Jacob respecto a su hijo predilecto, y sorprendentemente, no lo apoya. Fue poco sensible mencionar a Raquel, su madre, cuando aún estaba reciente su muerte. Además, Jacob tenía experiencia con sueños revelados por Dios, así que era el único que podía reconocer que quizás Dios estaba detrás de los sueños de José. Aun así, el odio y los celos de sus hermanos seguían creciendo, mientras lo maltrataban día tras día. Jacob, por su parte, no hizo nada para corregirlos.
Niñero para sus hermanos mayores
Un día, mientras sus hermanos estaban con los rebaños en Siquén—la misma tierra que Jacob tuvo que abandonar tras la violación de Dina—Jacob envió a José para vigilarlos y contarle lo que hacían. Era evidente que no confiaba en sus otros hijos. Tal vez sospechaba que pasaban el día bebiendo vino, contratando prostitutas o perdiendo dinero en apuestas. Lo curioso es que, a pesar de sus sospechas, no hizo nada para corregirlos ni invirtió en su formación.
Como de costumbre, José fue a ver a sus hermanos para inspeccionar sus acciones y reportarlas a su padre. Jacob lo colocó en una posición muy difícil: al enviarlo como supervisor, básicamente estaba diciendo que no le importaba si sus hijos se sentían respetados ni si lograban llevarse bien con el futuro líder. Lo único que le preocupaba era que no malgastaran tiempo ni recursos. Es fácil imaginar que a José no le gustaba vigilar a sus hermanos mayores. Quería momentos de diversión, de ser simplemente un adolescente. Pero no tenía ese lujo.
Todos sabían que sus hermanos odiaban a José, que era un fanfarrón con sus sueños y su túnica. Sin embargo, Jacob tomó la decisión de enviarlo a vigilar a sus hermanos mayores. A pesar de las circunstancias, quizás Jacob pensaba que cuanto antes sus hijos se acostumbraran a la idea de que José sería el próximo líder, mejor.
Notamos que, al llevar la túnica distinguida, José ya no acompañaba a sus hermanos para trabajar. Su papel no era alimentar ovejas ni recorrer los campos; Jacob lo estaba preparando para liderar, enseñándole sobre negocios y negociación. Lo que Jacob no sabía era que no lo estaba formando para liderar su familia, sino para algo mucho más grande: para gobernar Egipto y salvar la vida de muchos.
Pero los hermanos no estaban donde le habían dicho a su padre. José caminó por Siquén, pero no los encontró. Preguntó a un hombre del lugar si los había visto, y este le respondió que los había escuchado decir que iban a Dotán. José se dirigió hacia allá.
En el próximo estudio, veremos lo que sus hermanos le hicieron cuando lo vieron, un acto que tendría consecuencias devastadoras y duraderas para el resto de sus vidas… y para generaciones futuras.
Reflexión:
1. ¿Qué riesgos existen cuando alguien es llamado a liderar antes de estar emocionalmente preparado, y cómo puede la formación espiritual protegerlo del orgullo o del rechazo?
2. ¿Qué revela la decisión de Jacob de preparar a José para el liderazgo sin corregir a sus otros hijos, y cómo afecta a una familia cuando el favoritismo se combina con la falta de guía?

