¿Quién era Asenat?
Asenat: esposa egipcia de José
En el estudio anterior leímos cómo Dios le reveló a José el significado del sueño del faraón, un acontecimiento que transformó por completo su vida: el faraón lo nombró segundo al mando sobre todo Egipto, le otorgó un nuevo nombre y le dio por esposa a una mujer egipcia llamada Asenat. Aunque la información sobre Asenat es escasa, el capítulo 41 del libro de Génesis ofrece algunas pistas sobre su identidad. Comenzamos este estudio con los dos únicos versículos que mencionan a la esposa de José.
Sabemos poco sobre Asenat
Génesis 41:45: Después el faraón le puso el nombre de Zafenat Panea a José. También le dio como esposa a Asenat, la hija de Potifera, sacerdote de la ciudad de On. Entonces José quedó al frente de Egipto.
Génesis 41:50: Antes de los años de escasez, José tuvo dos hijos con Asenat, hija de Potifera el sacerdote de la ciudad de On.
Asenat, la hija de un sacerdote pagano
Dentro de la tradición rabínica existen diversas teorías sobre la identidad de Asenat. Aunque estas tradiciones jamás sustituyen la autoridad de la Biblia, en ocasiones puede ofrecernos una mayor comprensión de la cultura, las costumbres y las figuras que aparecen en la Biblia, especialmente cuando las Escrituras brindan poca información sobre ellas. No podemos afirmar con certeza que la tradición rabínica sea fidedigna, y tomarla como verdad absoluta sería un grave error; sin embargo, cuando nos ayuda a entender mejor el contexto histórico y cultural de los relatos bíblicos, cumple un propósito valioso.
Una joven noble egipcia
El faraón conocía a Asenat porque su padre, Potifera, era uno de sus sacerdotes, consagrado al culto de los múltiples dioses del panteón egipcio. La labor sacerdotal ocupaba un lugar central en la sociedad: se consideraba que el sacerdote contribuía a preservar el orden cósmico mediante oraciones y ofrendas a las divinidades. Es probable que, como hija de un sacerdote, Asenat perteneciera a una familia de alta alcurnia y fuera invitada con frecuencia al palacio para participar en las celebraciones y festividades más relevantes. Estaba destinada a un matrimonio prestigioso, ¿y quién más ilustre que el segundo hombre más poderoso de todo Egipto?
Una unión política, no romántica
Es poco probable que José y Asenat se conocieran antes del matrimonio: antes de estar preso, él había sido esclavo y ella era hija de un sacerdote. Tras nombrarlo segundo en autoridad sobre toda la tierra, el faraón le dio un nombre egipcio y eligió para él una esposa de linaje noble. Al igual que en Canaán, los matrimonios arreglados eran costumbre en Egipto, especialmente entre las clases altas. Probablemente, el faraón pensó que al otorgar a José un nombre egipcio y una esposa de prestigio local, el pueblo aceptaría más fácilmente medidas impopulares —como el aumento del impuesto sobre el trigo en un veinte por ciento— sin resistirse ante un extranjero de origen hebreo.
El texto describe a José como un hombre apuesto, sabio y paciente. Por ello, aun si Asenat no deseaba casarse, o al menos no con un extranjero, probablemente cambió de opinión al verlo y escuchar los elogios que el propio faraón le dirigía. Es poco probable que creyera por completo la historia de que había intentado violar a la esposa de Potifar; sin embargo, no dejaba de ser un forastero. No obstante, casarse con el hombre que ocupaba el segundo puesto más alto del reino le aseguraba una vida de riqueza: una residencia espléndida, sirvientes a su servicio y todas las comodidades imaginables. Como figura prominente en la corte, su presencia sería requerida en las celebraciones más elegantes, donde luciría joyas exquisitas y sería atendida por siervas que la maquillarían y adornarían sus pelucas con esmero.
Una alianza impuesta
Por su parte, José probablemente tampoco deseaba casarse con Asenat. Aunque llevaba alrededor de trece años en Egipto, nunca logró adaptarse del todo a ciertas costumbres: las mujeres calvas llevando pelucas, el temor a la noche y el vasto panteón de divinidades extrañas. Sin embargo, por respeto —y quizás por prudencia política— no quiso desairar al faraón y aceptó el matrimonio.
Dado que el padre de Asenat, Potifera, era sacerdote, es muy probable que, aunque no pudiera oponerse abiertamente a una orden real, desaprobara por completo la unión. Deseaba que su hija se casara con un egipcio de linaje, devoto de sus dioses y respetuoso de sus tradiciones. Quizás, tras el nacimiento de sus nietos, Potifera intentó hablarles de sus deidades, llevándoles obsequios y estatuillas sagradas, que José, en cuanto su suegro se marchaba, se veía obligado a retirar discretamente.
Tuvieron dos hijos
José y Asenat tuvieron dos hijos: Manasés y Efraín. En vez de formar una tribu con el nombre de su padre, estos dos fueron incorporados directamente entre las doce tribus de Israel, lo que ya sugiere el propósito más amplio. Al ser medio egipcios, representan una anticipación del plan de Dios para extender la salvación más allá del pueblo hebreo.
Es posible que José haya persuadido a Asenat de abandonar la idolatría, compartiéndole las historias del Dios de sus antepasados: su bisabuelo Abraham, su abuelo Isaac y su padre Jacob. Si Asenat se convirtió, su cambio de fe abrió el camino simbólico y espiritual para otras mujeres extranjeras —como Séfora y Rajab— a formar parte del pueblo del pacto.
Preguntas sin respuesta
La verdad es que no sabemos cómo fue el matrimonio de José y Asenat: si ella llegó a convertirse o si, por el contrario, vivía intentando persuadirlo de que su Dios invisible —sin imagen ni estatua— no existía. ¿Su calvicie le repugnaba, tanto como sus varias supersticiones y fiestas a dioses que involucraban prácticas paganas? ¿Se burlaba de sus oraciones a un Dios invisible? Son preguntas que el texto no responde. Incluso si Asenat y sus hijos llegaron a creer en el Dios de Israel, mantenerse fieles en un entorno tan arraigado en la idolatría como el Egipto antiguo debió ser un desafío constante.
Cuando los hermanos de José fueron a Egipto en busca de alimento, es posible que Asenat desempeñara un papel clave en ayudar a su esposo a perdonarlos y a reconciliarse con ellos. En los próximos estudios, presenciaremos el emotivo reencuentro entre José y aquellos que lo vendieron en esclavitud.
Para reflejar:
1. ¿Cómo habría influido la diferencia cultural y religiosa entre José y Asenat en la dinámica de su matrimonio? ¿Qué nos enseña esto sobre la importancia de casarse con un creyente?
2. José fue un hombre fiel a Dios en medio de un entorno pagano. ¿Cómo su fidelidad a Dios podía influenciarla a querer conocer al Dios de su esposo?