¿Quién era José?

El favorito, el odiado, y el sabio

José era el hijo predilecto de Jacob, el niño tan esperado de su amada Raquel.  En este estudio repasaremos algunos —aunque no todos— de los momentos clave en la vida de José.

Cuando lo conocemos, tiene 17 años y, junto con sus hermanos, cuida los rebaños de su padre. Día tras día, sus hermanos lo maltrataban; y al regresar al campamento, José no dudaba en contarle a su padre las maldades que habían cometido. Así comienza la historia, con la preferencia que Jacob mostró hacia José y la reacción de sus hermanos.

Sus hermanos se dieron cuenta de que su papá amaba a José más que a ellos

Génesis 37:3-4: Israel quería a José más que a sus otros hijos porque había nacido cuando él estaba muy viejo. Israel le hizo una túnica muy distinguida. Sus hermanos se dieron cuenta de que su papá amaba a José más que a ellos. Por esa razón lo odiaban y no podían decirle ni una palabra amable.

El hijo preferido, la túnica distinguida, y el odio fraternal

Según la tradición, el primogénito recibía una doble porción de la herencia y el derecho de liderazgo tras la muerte del padre. La túnica que Jacob confeccionó para José era una señal evidente de que pensaba otorgarle lo que correspondía al primogénito. Cuando Jacob entregó aquella túnica a José, todos comprendieron lo que significaba: José, y no Rubén, sería el próximo líder. Por ello, sus hermanos lo odiaban.

¿Cómo respondió José a ser el favorito? ¿Intentó ganarse la confianza de sus hermanos? Parece que no. Dios le dio dos sueños en los que le reveló una parte de lo que sucedería en el futuro: gobernaría sobre sus hermanos. El texto relata dos veces que, al compartir su sueño, ellos lo odiaban aún más. Y, por su manera de comportarse, no podemos culparlos: José hacía alarde de lo que había soñado. Ni siquiera pensó dos veces antes de contarles que, en la visión, él reinaría sobre ellos, algo que la túnica ya les comunicaba claramente. Si era tan inteligente y sabio como suponemos, ¿por qué actuaría así? Debemos recordar que José era mucho más joven que sus hermanos. Cuando les contó sus sueños, tenía apenas 17 años, mientras que el menor de sus medio hermanos rondaba los treinta. Luego tuvo otro sueño muy parecido al primero y, al parecer, no aprendió de la experiencia, pues volvió a contárselo. El odio y los celos de sus hermanos crecían cada vez más.

Niñero para sus hermanos mayores

Un día, mientras sus hermanos estaban con los rebaños en Siquén, Jacob envió a José para vigilarlos y luego informarle de lo que hacían. Todos sabían que lo odiaban, pero aun así Jacob decidió mandarlo a supervisar a sus hermanos mayores. José emprendió el viaje para inspeccionar su trabajo. Cuando sus hermanos lo vieron a lo lejos, su rabia estalló. Así continúa la historia con los planes que urdieron para matar a su hermanito.

¡Aquí viene el de los sueños!

Génesis 37:18-22: Los hermanos lo vieron venir desde muy lejos. Antes de que él llegara, hicieron un plan para matarlo.  Se dijeron unos a otros:

—Miren, ¡aquí viene el de los sueños! Vamos matémoslo y arrojemos su cuerpo en uno de los pozos secos, luego diremos que lo devoró un animal salvaje. Así veremos si se le cumplen los sueños.

Cuando Rubén escuchó esto, trató de librarlo de sus hermanos y dijo:

—No lo matemos. ¡No derramemos sangre! Tírenlo en este pozo del desierto, pero no le hagan daño.

Rubén dijo esto para poderlo salvar y enviarlo de regreso a su papá.

Matar y mentir

Es evidente que los hermanos no pensaron demasiado en cómo deshacerse de José. Tal vez los saludó, pero en lugar de responder, le arrancaron la túnica violentamente. Al comprender su plan, José suplicó por su vida, pero sus ruegos solo provocaron más burlas y lo arrojaron con mayor fuerza. El texto no menciona si verificaron que no muriera en la caída, aunque sí aclara que el pozo estaba completamente seco. El hecho de que no se rompiera nada y sobreviviera parece un milagro. Así continúa la historia con lo inimaginable que sucedió después de arrojarlo al pozo.

¿Qué ganamos con matar y esconder la muerte de nuestro hermano?

Génesis 37:25-28: Luego los hermanos se sentaron a comer y vieron un grupo de ismaelitas que venían de Galaad. Sus camellos cargaban aromas, bálsamo y mirra. Iban camino a Egipto. 

Judá les dijo a sus hermanos:

—¿Qué ganamos con matar y esconder la muerte de nuestro hermano? Mejor, vayamos y vendámoslo a los ismaelitas. No le hagamos daño, él es nuestro hermano y tiene nuestra misma sangre.

Cuando los comerciantes madianitas pasaron por ahí, ellos sacaron a José del pozo y lo vendieron por 20 monedas de plata a los ismaelitas, quienes luego llevaron a José a Egipto. Todos los hermanos estuvieron de acuerdo. 

Hermanos malvados

Después de arrojarlo al pozo, como si nada hubiera ocurrido, increíblemente se sentaron a comer. Esto revela lo malvados que eran: podían relajarse y disfrutar, quizá incluso de lo que José había traído. Cuando lo sacaron del pozo, José seguramente se sintió aliviado, llorando y disculpándose por cualquier arrogancia, prometiendo que jamás contaría a su padre lo que habían hecho. Pero sus hermanos sonreían, asegurándole que todo estaba perdonado, mientras lo entregaban a los comerciantes, deseándole una vida feliz, con muchos sueños y siendo el favorito de su nuevo amo. De repente comprendió que sus propios hermanos lo habían vendido como esclavo.

El esclavo bendecido

José llegó a Egipto con los comerciantes ismaelitas y fue vendido a Potifar, capitán de la guardia del faraón. Poco después de ponerlo a trabajar, Potifar advirtió la inteligencia y la sabiduría de José. Así continúa la historia, mostrando por qué José sobresalía en todo lo que emprendía.

El SEÑOR estaba con José

Génesis 39:2-6: El SEÑOR estaba con José e hizo que fuera un hombre muy exitoso. José vivió en la casa de su amo egipcio, quien se dio cuenta de que el SEÑOR estaba con José y que el SEÑOR hacía que le fuera muy bien en todo. José complacía a su amo y este nombró a José su asistente personal. Lo puso a cargo de la casa y todas sus otras posesiones. El SEÑOR bendijo la casa de ese egipcio desde el momento en que él puso a cargo de José todas sus posesiones. El SEÑOR bendijo a Potifar en todo lo que tenía, tanto en la casa como en el campo. Entonces entregó todo a cargo de José y no prestaba atención a nada que no fuera la comida que él mismo consumía…

José era guapísimo

El relato añade que José era guapísimo, y la esposa de Potifar comenzó a fijarse en él. Día tras día lo presionaba para que se acostara con ella, pero seguía rechazando sus avances, hasta que, un día, lo agarró, exigiendo que cediera. Salió huyendo, dejando en sus manos la prenda que ella le había arrancado. Fue entonces cuando comprendió que José nunca iba a ser suyo.

Ella se sintió avergonzada y, llena de ira, prefirió denunciarlo en vez de seguir persiguiéndolo. Resulta difícil imaginar que Potifar creyera las acusaciones de su esposa, pues el comportamiento de José había sido intachable. Sin embargo, el texto afirma que Potifar se enfureció, agarró a José, y lo encerró en prisión. Así continúa la historia, mostrando cómo Dios permanecía con José aun en las peores circunstancias.

El SEÑOR estaba con José y lo ayudó

Génesis 39:21-23: Pero el SEÑOR estaba con José y lo ayudó haciendo que se ganara la confianza del carcelero. Entonces el carcelero puso a todos los prisioneros bajo el mando de José, quien dirigía todo lo que ahí se hacía.  El carcelero no supervisaba lo que hacía José porque el SEÑOR estaba con José y por eso el SEÑOR hizo que le saliera bien todo lo que hacía.

El copero y el panadero

Un tiempo después, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos del faraón fueron encarcelados junto con José. Por razones desconocidas, el faraón se enfureció con los dos. Una noche, ambos tuvieron sueños que no lograban comprender. A la mañana siguiente, José notó que estaban preocupados y les preguntó por qué se veían tan abatidos. Como todos en la cárcel, confiaban en él y le respondieron que habían tenido sueños que nadie podía interpretar. José les replicó que solo Dios concede la interpretación de los sueños. Decidieron contárselos, y José proveyó una interpretación para cada uno.

Después de escuchar el sueño del jefe de los coperos, José le dijo que en tres días el faraón lo restituiría en su cargo. El copero se sintió muy contento y aliviado con esta explicación. José le pidió que, cuando regresara al palacio, mencionara al faraón cómo él había interpretado su sueño, para que lo liberara de la cárcel. Pero el sueño del panadero tuvo un desenlace distinto: en tres días sería ejecutado. Tal como José había anunciado, al cabo de tres días el jefe de los coperos volvió a su antiguo puesto, mientras que el jefe de los panaderos fue ejecutado.

Los sueños del faraón

Después de interpretar los sueños del panadero y copero, nada cambio para José. Pero una noche, el faraón tuvo dos sueños que le perturbaban. Aunque consultó los dioses, ninguno de sus magos ni sacerdotes logró darles sentido. Entonces el jefe de los coperos se acordó de José y se lo mencionó al faraón. De inmediato, en un momento de desesperación, ordenó que trajeran a José ante él y le relató sus sueños.

José no tomó el crédito por interpretar los sueños, sino que dio todo el mérito a Dios. El chico que antes hacía alarde de sus sueños frente a sus hermanos había sido transformado en un hombre sabio y humilde. Explicó al faraón que los dos sueños eran uno solo: Dios se los había dado para advertirle con precisión lo que iban a sufrir una hambruna como nunca lo habían sufrido. La escasez sería tan severa que, si no se planificaba con cuidado, acabaría destruyendo a todos. No podrían huir a otras regiones para pedir alimento, porque la crisis afectaría a toda la zona, desde Egipto hasta Canaán y más allá. José, con rapidez y discernimiento, no solo compartió el mensaje que Dios le había revelado, sino que también propuso un plan para salvarlos. Así continúa la historia con el consejo que José ofreció al faraón.

El plan

Génesis 41:32-36:  »Y el significado de haber tenido dos sueños repetidos es este: Dios ya decidió que va a hacer esto y todo va a comenzar a suceder muy pronto. Entonces el faraón debe buscar un hombre sabio e inteligente para ponerlo a cargo de Egipto. Después el faraón debe asignar gente que recoja una quinta parte de lo que produzca Egipto en los siete años de abundancia.  Deben recolectar toda la comida de estos años buenos que vienen, almacenar el grano bajo el control del faraón en ciudades determinadas y cuidarlo. Esta comida va a ser una reserva para el país para los siete años de escasez que caerán sobre Egipto. De esta manera no se destruirá el país.

El faraón debe buscar un hombre sabio

José propuso algo que no sería popular entre los egipcios: aumentar los impuestos sobre el trigo un veinte por ciento. Seguramente muchos no estaban de acuerdo con más cargas, cualquiera que fuera la razón. Sin embargo, tras escuchar la interpretación y el plan de José, tanto el faraón como sus consejeros aprobaron la propuesta. Lo que sucedió después transformó para siempre la vida de José y la trayectoria del pueblo hebreo. Así continúa la historia con el plan que el faraón puso en marcha.

Tú estarás a cargo de mi palacio y toda mi gente obedecerá tus órdenes

Génesis 41:39-41: Entonces el faraón le dijo a José:

 —Como Dios te ha mostrado todo esto a ti, no existe nadie más sabio e inteligente que tú.  Tú estarás a cargo de mi palacio y toda mi gente obedecerá tus órdenes. El faraón será el único con más poder que tú…. Mira, te he puesto a cargo de toda la tierra de Egipto.

De esclavo al segundo encargado de Egipto

Para mostrar que hablaba en serio, el faraón se quitó su anillo real y lo colocó en la mano de José. Lo vistió con ropa fina y le puso una cadena de oro. Le entregó su propia carroza real y lo estableció sobre todo Egipto, como el segundo más poderoso en la tierra. José no imaginaba cuánto iba a cambiar su vida. Aunque se había sentido olvidado, las habilidades que adquirió tanto en la casa de Potifar como en la cárcel, junto con su fe en Dios, lo hicieron el único adecuado para la tarea que le esperaba.

José tenía 17 años cuando fue vendido como esclavo, y el texto relata que tenía 30 cuando comenzó a servir al faraón. Este, pensando que debía parecer más egipcio, le cambió el nombre a Zafenat Panea y lo casó con Asenat, una mujer noble. Durante los años de abundancia tuvieron dos hijos, Manasés y Efraín.

José recorrió todo Egipto durante los siete años de abundancia, implementando un sistema para reunir una quinta parte de la producción y almacenarla en distintas ciudades, tanto en el Alto como en el Bajo Egipto. Como en la casa de Potifar y en la cárcel, José prosperó en todo lo que emprendía, y su plan fue ejecutado con éxito.

Abundancia a hambruna

Los siete años de abundancia terminaron. Luego dejó de llover y las aguas del Nilo descendieron. La tierra estaba tan seca que ninguna cosecha podía crecer. Cuando la escasez se extendió por todo el país, José abrió sus bodegas y comenzó a vender trigo a los egipcios. Al enterarse de que en Egipto había alimento, gente de todas partes acudió para negociar con él.

Como todos en Canaán, los hermanos de José también viajaron a Egipto. Regresaron a su tierra, pero pronto el trigo se agotó. Tuvieron que volver, esta vez con Benjamin, tal como el gobernador les había ordenado. Sin sospechar quién era, se postraron ante él, cumpliendo así el sueño que José había tenido, y sintieron temor de él. Comieron juntos, y al día siguiente emprendieron el regreso a Canaán. Pero, sin saberlo, José había metido su copa de plata en el costal de Benjamín y envió a su siervo principal para alcanzarlos.

Cuando hallaron la copa en las pertenencias de Benjamín, todos los hermanos regresaron a la casa del gobernador y suplicaron por su vida.  Judá se acercó a José y le habló de todo lo sucedido en los últimos años respecto a su padre. Al escuchar su súplica, José no pudo contenerse más. Ordenó a todos sus siervos que salieran de la habitación y rompió en llanto. Después de recobrar fuerzas para hablar, les dijo que él era su hermano José. Los hermanos quedaron tan desconcertados que no sabían qué responder. Entonces José les pidió que se acercaran. Así continúa la historia con las palabras de consuelo que José les dirigió.

Me vendieron, pero era Dios quien me mandó aquí

Génesis 45:4-8: …José les dijo:

—Yo soy su hermano José, el que ustedes vendieron como esclavo a Egipto. No se preocupen ni se enojen con ustedes mismos por haberme vendido, pues Dios me mandó antes que ustedes para salvar vidas. Ya llevamos dos años de hambre en la tierra, y todavía quedan otros cinco años sin que se pueda cosechar.  Pero Dios me envió antes que ustedes para asegurarse de que algunos de ustedes sobrevivan en la tierra, y permitirles que vivan de una manera extraordinaria. Por lo tanto, no fueron ustedes los que me enviaron aquí, fue Dios. Me convirtió como en un padre para el faraón, señor de toda su casa y gobernador de toda la tierra de Egipto.

Dios me mandó antes que ustedes para salvar vidas

Por la misericordia de Dios, José comprendió la historia más amplia, su razón de ser: no había sido por su propia voluntad, sino por la voluntad de Dios que se permitió su venta. Les explicó que apenas habían vivido el inicio de la hambruna y que aún quedarían cinco años más. Los envió a Canaán para que informaran a su padre y lo trajeran a Egipto para vivir allí.

Jacob se llenó de alegría al saber que su hijo favorito seguía con vida. Empacó  todos sus animales y pertenencias y emprendió el viaje hacia Egipto. Al enterarse de que su padre venía en camino, José preparó su carroza. Así concluye esta parte de la historia de José, con el tan esperado reencuentro entre padre e hijo.

El reencuentro

Génesis 46:29-30: José mandó preparar su carroza y se fue a Gosén a encontrarse con su papá, Israel. Cuando lo vio, lo abrazó y lloró largo rato abrazándose con él.

 Luego Israel le dijo a José:

—Ahora puedo morir en paz porque ya vi tu rostro y sé que estás vivo.

Reflexión

1.      ¿Qué experiencias de sufrimiento y aprendizaje transformaron a José de un joven arrogante en un hombre sabio y humilde? ¿Cómo podemos reconocer procesos similares de maduración en nuestra propia vida?

2.      ¿Qué nos enseña el hecho de que José perdonara a sus hermanos sin restablecer la relación con ellos? ¿Qué nos ensena sobre la diferencia del perdón y la reconciliación?

3.      ¿Cómo la historia de José nos invita a ver que incluso las injusticias y traiciones pueden formar parte de plan de Dios? ¿Qué significa esto para nuestra manera de interpretar las pruebas que enfrentamos?

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